YA BASTA.
Quiero gritar, aullar, ladrar como una bestia enfurecida,
Ya no queda resto humano en mi ser,
No soy mas que una bestia malherida
Sin corazón ni alma.
Ya no queda más calma;
Solo la ira sangrienta del dolor concentrado de la vida
Tan letal como la peor de las estocadas
Tan enlazado como el caballo y su brida.
Qué fue de la música de la divina Callas,
Qué de las palabras de Machado o Rimbaud,
Qué de la brisa fresca de la mañana
Cuando aletea tenue como una amante caricia
Sobre los jaramagos y las retamas.
NO QUEDA NADA, NO QUEDA NADA.
Sólo rencor y furia, solo dolor y miseria.
El nauseabundo olor de la tierra
Pútrida a fuerza de cuerpos descompuestos,
El agua contaminada por la iniquidad y la inmundicia
De esta maldita sociedad decadente
Concentrada como una charca pestilente
Que a sus hijos tritura en su seno.
Depravada madrastra alcohólica
Que en la vorágine de su mente
Con mórbido placer lame la sangre
De sus impasibles criaturas inermes.
Esta cabeza que me estalla,
Como una gigantesca olla a presión,
Donde las injusticias son la metralla
Que ya no admiten excusas ni perdón.
Este cuerpo licántropo hecho de corrupción
De estúpidas e inútiles falacias
Con que cavan con ahínco la fosa
De la telaraña que ha de ser nuestra perdición.
Ya soy bestia, lobo despiadado, acorralado y zaherido,
Ya no hay más donde huir,
No queda lugar en el que refugiarse,
No queda ya lugar en el monte donde dormir.
Rodeada la lobera por los cazadores
Hora es de llamar a la luna llena
Hora de destrozar sus gargantas
De lanzar la dentellada presta.
Con los dientes chorreando saliva espesa,
La fuerza del miedo loco me azuza,
Ya no temo al puñal ni a la escopeta
Desbordada de mis ojos la lava
Del volcán en que exploto con ira justa.
Ya nada humano en mi cuerpo medra,
Sólo hay un inmenso vacío negro
Como la negra consciencia de los perseguidores,
Una tremenda extensión de tierra yerma.
Ya fue sembrado de sal el vergel,
Con el ardiente fuego el pasto fue destruido
Se secó hasta el último árbol amigo
nada bueno ni bello podrá ya crecer,
Ahora sólo pido destrucción,
MUERTE, MUERTE,
Grito desde la punta del malecón.
Ya nunca volveré a ser lo que fui,
Pasó el tiempo de la palabra y le ley,
Pasó el tiempo de los poetas y el arte,
Hora es de que la sangre trace
Un sangriento camino brillante
Que destroce todo aquello en lo que un día creí.