jueves, 20 de septiembre de 2012

Canción del hombre desnudo.


Un hombre pasea desnudo por la playa,
Una pluma vespertina desgajada del alba,
Un hombre sin prisa, sin pertenencias,
Una despojada gota de agua clara.
El viento golpea su mentón pleno de canas,
El viento, lascivo manojo de manos,
Se entretiene entre las curvas de su espalda
Y graba una indeleble huella cual afilado abrecartas.
Un hombre desnudo pasea por la agreste montaña
Entre los roquedos y las lajas
Sus huellas teñidas de la sangre
Que de sus cansados pies a borbotones manan.
En el cielo la luminosa Vía Láctea
Dibuja una lengua de perlas ensartadas
Y sobre los solitarios erguidos picos
Los últimos restos de nieve resbalan.
Un hombre de barba hirsuta en una cabeza rala
Desnudo en la selva esmeralda inmensa
Avanza entre la abigarrada hojarasca
Sediento del agua fresca que de las ramas mana.
Rodeado de la vida que sin pretenderlo reclama
Hasta el último pequeño trozo de tierra
Y que con vehemencia los rayos de sol atrapa
El hombre desnudo se desprende del rostro que le delata.
El hombre desnudo por fin detiene su larga caminata,
Sin prestar atención al camino recorrido
Presintiendo el diente de la fiera que se afila,
se tiende frente al destino silente, escuchando la mañana.

martes, 11 de septiembre de 2012

LOS FUNCIONARIOS QUE NO AMABAN A LOS CIUDADANOS.

Esta mañana he ido a hacerme la tarjeta del paro. A diferencia que en otras ocasiones me habían obligado a concertar una cita telefónica con antelación. Así es que yo me he preparado. He repasado mentalmente mi formación y mi experiencia laboral. He ordenado mis prioridades a la hora de un empleo, así como los pasos que voy dando en mi formación de idiomas y académica en ese sentido.
Finalmente, armado de la Investigación y Ciencia, mi revista de cabecera, me he ido para la oficina de empleo, media hora antes, por si acaso. Tras esperar 45 minutos, tenía la cita a las 13:45h, me han llamado. Eran las 13:55h, y yo todo ufano me he encaminado hacia el puesto, pues por una vez la administración parecía ser puntual.
Pero ahí ha terminado todo. En el puesto, una señora de mediana edad, me ha saludado con cordialidad y me ha pedido el D.N.I. Tras lo cual se ha limitado a teclear y en silencio esperar a que apareciese el papelito dichoso. Pero el papelito no aparecía. Viendo ese silencio incómodo que se producen entonces yo he comenzado a soltarle lo que tenía preparado. Que si me presenté a las oposiciones de secundaria, que si aprobé uno de los exámenes.
La señora me ha mirado como la vaca que ve pasar el tren. Creo que incluso ha mugido, pero no a mi, al ordenador que no soltaba el papel dichoso.
Finalmente ha dicho, que lenta va hoy la línea. Y ha vuelto a su mutismo.
Pensando yo que mis tentativas de empleo pasadas no le parecían interesantes, la he ponderado en su justa sabiduría. Su mutismo me viene a decir, agua pasada no mueve molino. El presente es lo que importa.
Así pues, con toda la sutileza posible, le he comentado lo de mi nueva formación en redes informáticas y mis empeños por aprender el idioma de la pérfida albión. Quizá tenga algunos cursos al respecto.
En milésimas de segundo, un resorte ciborg, seguramente implantado en su cerebro por la administración cuando aprobó las oposiciones, ha lanzado su brazo derecho bajo la mesa, del que ha vuelto con un papelito. Ahí tiene toda la información sobre cursos, ha mugido de nuevo.
Y el puto papelito de la demanda que no sale.
Desesperado por llamar su atención, he comentado lo lenta que iba la red. Y entonces me ha mirado con un brillo de complicidad en los ojos. Qué razón tienes, me ha dicho, hay días que no hay forma, voy a mirar en otra compañera si no tendrás que volver mañana.
Mañana otra vez he pensado.
Pero rápidamente ha vuelto triunfante, con la dichosa demanda en la mano, aquí tiene, adiós buenas tardes, salga por la salida de emergencia.
Antes de que yo terminara de recoger mis cosas, echa había recogido las suyas, apagado el ordenador y salido presta de su puesto de trabajo.
Mientras me dirigía a la salida, he caído, eran las dos pasadas, hora de irse.
Así es que he salido de allí, con un montón de papelitos diversos, para buscarme la vida por mi cuenta. Comos siempre he hecho.

martes, 4 de septiembre de 2012

HOMENAJE A LORCA

Un caballo negro recorre la montaña,

Un caballo de hielo que bebe

Donde nace el agua, un caballo

Ebrio,

Atravesado de besos de escarcha,

Una navaja ahíta de leche

Tejida de oro y grana.

Un quejío profundo y lento

Como una verónica perlada

De sangre de coso y ruedo,

Una muleta que sangre mana.

La pesada sábana de muerte

Ronda los flecos de su cama,

Con hilos de verso ausente

Con música de Valderrama.

Camino de la carretera

Más arriba de Granada,

Los fusiles que nunca duermen

Besan su dulce piel de albahaca.

Tierra que lame el tenue

aliento que de su boca escapa

como una bestia sedienta

de los versos que no acabara.

El tiempo como un velero

Que en el horizonte lejano flotara

Se mece sobre las hojas

De los olivos bañados de plata.

Puñales de madreselvas

Por la mañana estrellada

Por los campos por siempre silentes

Por los huérfanos campos de Granada.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Fuera del camino

A lo lejos se oye el viento

En un susurro de amapolas que bailan abrazadas,

A lo lejos duerme el tiempo

Como una corriente de perpetua agua clara.

Bandadas de cuervos negros

Van desplegando sus negras alas,

Camikaces que desafían al invierno

Prestos para la batalla que nace en el alba

Grietas que llevan al averno,

Palabras como dientes de ratas,

Donde estaba el velero

Que navegaba siguiendo la estela plateada.

Seguí como un zombi no muerto

El camina que brotaba de la garganta

De aquel roquedo yermo

En donde no habitaba nadie ni nada.

La perpetua nieve del invierno

Detenida por siempre en la larga falda

De la enorme e inhiesta cumbre

De la altiva y orgullosa montaña.

Como jamás temí a la muerte

Ni confié en nadie que no fuera mi propia calma

Me adentré en las cumbres silentes

Mas allá de los hombres que me rodeaban,

No salí de la batalla indemne, más las heridas que recibí

Me eran tan verdaderamente gratas,

Que lamí la dulce y espesa sangre

Gruñendo bajo el temporal a cuatro patas.

Perseguí a mi presa esquiva

Sin descanso por los arroyos de escarcha,

Trenzaba el destino el hilo de mi vida

Con las raíces de las plantas estrelladas.

Engarzados mi ojos azules de cobalto

Por el arpón de aquella mujerzuela ingrata

Sin patria, ni bolsa ni vida

Por la estepa agreste y dormida

Por siempre he de correr como bestia sin alma.