martes, 3 de diciembre de 2013

EL FANTASMA DE MONFRAGÜE

Hemos bajado desde el castillo de Monfragüe hasta la carretera que nos conduce hacia el salto del Gitano. En nuestra bajada el ocaso va avanzando y los buitres comienzan a aposentarse en las repisas de la roca, visibles a simple vista, con su enorme envergadura, los más grandes entre las rapaces ibéricas. Dejado atrás el tupido madroñal que ha oscurecido durante buena parte de la jornada el cielo, salimos a campo abierto, en una dehesa de bosque bajo y alcornoques que nos permite ver el camino de regreso. Aceleramos es paso, sabiendo ya que llegaremos de anochecida a San Carlos, lugar en el que tenemos el coche.
Caminamos con la retina impresa por las maravillosas vistas del Tajo y su afluente el Tiétar que se besan bajo las faldas del castillo. La senda corre paralela a la carretera hasta llegar al impresionante roquedal del Salto del Gitano, lugar de acomodo de una enorme buitrera. Aun con la premura de la hora paramos a hacer la preceptiva foto, quizá la más conocida del parque nacional, David, por supuesto, trata de fotografiar hasta los parásitos de los buitres.
Luego reemprendemos la marcha a toda velocidad. El camino nos baja desde la carretera hasta la propia ribera del río, ahora por un bosque de alcornoques jóvenes y monte bajo. Nos lanzamos a tumba abierta. En una caminata rauda impelidos por la oscuridad que nos empuja como una jauría de perros. Hace frío en Monfragüe, nuestros cuerpos sudorosos no lo notan pero el viento gélido que corta nuestras caras y manos da cuenta de ello.
Corremos, a toda velocidad, casi sin resuello, con las piernas, anestesiadas por el cansancio, moviéndose de forma autónoma, mientras los últimos rayos de sol todavía iluminan el camino y escucho a mi espalda el continuo resoplar de David que a pesar del cansancio corre como si huyera de un partido de fútbol.
Por fin, salimos del bosque hacia un carril de tierra y, a cierta distancia, vemos el viejo puente semiderruido que cruza el Tajo y que, a menudo, está inundado por las aguas. Por fortuna ahora está al descubierto. Nos lanzamos hacia él a toda velocidad y llegamos justo cuando la última claridad ilumina sus ojos.
Al llegar al otro extremo la oscuridad nos envuelve. Saco la pequeña linterna y seguimos camino. Un cierto temor ancestral me embarga. El temor a estar perdido en la noche, al monte que tan extraño es para los humanos modernos, a los precipicios inadvertidos, a las rocas camufladas que pueden hacerte romperte un pie, en un lugar en donde la ayuda puede tardar horas en llegar. En donde el móvil no vale, sólo tú mismo, con tu mecanismo. Sólo tus fuerzas, tus habilidades, tus destrezas. Consciente de que un accidente en esta noche puede ser una experiencia muy seria.
Y, entonces, de modo imprevisto, justo delante de nosotros un tropel resuena en el silencio de la noche y unas figuras fantasmales saltan desde la senda hacia las retamas cercanas. Lo has visto, lo has vito, dice David. Si, claro que los he visto, ciervos, varias hembras con las crías, corriendo fuera de nuestra vista.
Ahora avanzamos despacio, despreocupados de la noche y los peligros. Sólo queremos ver a esos magníficos animales de cerca, salvajes, auténticos en su entorno.
Y al volver un recodo del camino, nos quedamos petrificados. Un enorme macho con una gran cornamenta, está a cinco metros de nosotros, quieto, gelificado en su postura de postal, con la cabeza vuelta hacia nosotros, mirándonos en la oscuridad. Sus ojos son dos puntos brillantes en la noche. Impertérrito, orgulloso, arrogante, nos observa, nos interroga. Qué hacéis aquí, en mi territorio, en mis dominios. Porqué molestáis a los míos. Y de pronto uno se siente un extraño, un observador privilegiado, de pronto se siente un simple animal bípedo perdido en la oscuridad de un bosque al que hace tiempo que renunció.
El enorme venado mantiene su posición preponderante sobre la pequeña loma y yo saco la cámara de fotos pensando que el flash les asustará pero que merecerá la pena la instantánea. La foto, sin embargo, no es buena, pero sobre todo, el orgulloso macho permanece inalterable. Desafiante ante el destello de luz, pareciera decir que nada tiene que temer en sus dominios, que no teme daño alguno de alguien tan minúsculo como un ser humano.
Con un poco de avaricia intento acercarme más, ver los pequeños detalles de su majestuoso porte en la oscuridad. Y, sólo entonces, con los movimientos de la realeza, vuelve grupas y se aleja caminando lentamente, hacia la espesura, sin volver la vista atrás, sin siquiera una mirada de reparo, como si nosotros simplemente no existiéramos y nunca pudiéramos representar una amenaza.

Reemprendemos el camino hacia el coche, con tan enorme excitación que a penas somos conscientes del trayecto. El sabor de este regalo nocturno permanecerá largo tiempo en nosotros.

lunes, 21 de octubre de 2013

SOBRE LO NATURAL Y LO MANUFACTURADO.



Hoy es un buen día para los que amamos la razón y la ciencia. Y esto, porque se acaba de publicar un estudio según el cual las causantes de la Fibrosis pulmonar idiopática son las plumas de edredones y almohadas.
La primera consecuencia es cambiar el nombre a la enfermedad pues al localizarse el agente etiológico que la produce ya lo de idiopática sobra. Este adjetivo lo usan los médicos para no decir no tenemos ni puñetera idea de lo que causa su enfermedad, porque claro, en tal caso, perderían su aura de omnisciencia, y eso si que no, que para eso llevan bata blanca.
La segunda consecuencia es, para mi, más interesente. A saber, que lo natural no es mejor ni peor que lo manufacturado por los seres humanos y apoya un argumento que ya esgrimí un día, ese según lo cual lo artificial no existe, pues todo lo que los seres humanos hacemos lo hacemos conforme a las leyes naturales y, por ende, es natural.
Vivimos una época en la que una corriente importante va atravesando el planeta denostando lo manufacturado a favor de los productos llamados naturales y ecológicos. Lo cual desde mi punto de vista es absolutamente absurdo. He de recordar que esa “arficiosidad” permite poner productos frescos, como verduras y hortalizas, o carnes y pescados en las mesas de millones de personas a precios asequibles, lo cual sería imposible sin esos medios industriales y poco ecológicos.
Así mismo, esa tecnología nos ha permitido crear vacunas y fármacos que impiden que las epidemias asolen Europa, como ocurría otrora, acabando con la vida de millones de personas al año. Cosa que por desgracia sigue ocurriendo en los países subdesarrollados, en muchos de los cuales la esperanza de vida sigue sin superar los 40 años.
Y ahora se descubre que lo “natural”, la pluma de aves, produce una enfermedad extremadamente grave y de escasa supervivencia.
No es que a mi no me guste lo llamado natural y ecológico. Creo que es importante adoptar determinadas aptitudes razonables y guiadas por la ciencia en pos de conservar el planeta. Y creo que un tomate de la huerta no se puede comparar ni de lejos con uno del Carrefour. Pero también digo que la industria y la ciencia nos ha permitido unos niveles de confortabilidad y salud imposibles de alcanzar de otra manera.
Por ello cuando veo esas campañas contra determinados productos, o contra las vacunas o contra los transgénicos, etc, me cabreo bastante. Porque casi todas ellas adolecen de un profundo desconocimiento de la ciencia cuando no de una insoportable manipulación de la opinión pública.

Por último recordar que el planeta Tierra ni está ni estará jamás en peligro por causas humanas. Siempre recuerdo a quienes me escuchan que la Tierra tiene un largo historial de extinciones en masa, una de las cuales, la del Cámbrico hace unos 500 millones de años acabó con el 95 % de la vida del planeta. El planeta puede desertizarse o congelarse, inundarse o arder literalmente en supervolcanes que produzcan los efectos de un invierno nuclear durante años, pero su propia dinámica le lleva a posteriores equilibrios. Lo único que puede amenazar al planeta Tierra son los fenómenos cosmológicos. Los seres humanos, por muy importantes que se crean, no son más que una excrecencia orgánica puntual en la historia de la Tierra.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Y, A PESAR DE TODO, REBELDÍA



Una flor de escarcha se mece dormida en la noche
Sobre su tallo lapizlazuli
Clavado sobre la húmeda tierra ocre,
Y gime en su sueño núbil;
Se agita, suspira y oye
El impenetrable silencio nocturno roto
por el llanto quedo del oboe,
Preso de una repentina tristeza
Mezcla de dolor y reproche.

Nace en la profunda oscuridad del universo
La semilla tierna que corrompe
El último de los corazones límpidos,
Feraz ribera preñada de olores
Donde las aves riparias cazan
Al amparo de los juncos cantores.

Ya no brama el toro en la dehesa
Ni la esquila marca el galope
De la manada que pisa con fuerza
Bajo las encinas y los alcornoques,
Ya no enseñan el romero y la salvia
Sus ropajes multicolores,
Ahora Agata Ruiz de la Prada
Nos viste como payasos informes.

No partió de Granada, Boabdil con su corte,
Para que fuera ahora esclava
De los estúpidos inversores
Que jamás pusieron el pie en sus calles
Pero nos adjudican míseros valores
En su maldito juego de monopoly
Donde juegan con nuestras vidas de manera innoble.

Tan altas las cumbres de Sierra Nevada,
Tan fieras las altas torres
Desde la alcazaba de la Alhambra
Lloran como lloran los hombres
Aquellos que se fueron hacia las Alpujarras
Y dejaron las tierras soñadas
En manos de rufianes y sacerdotes.

Ahora ya, el ocaso es un paño negro de azogue
Que lentamente teje con hilo escarlata
Un futuro cercano que sólo esconde
La miseria de una tierra sedada,
Enfebrecida, concentrada en sus dolores,
Que no es capaz de erguir su espalda
Y agitar en la tarde los antiguos pendones
Para echar de nuestras casas

A esta pléyade de malditos ladrones.

viernes, 27 de septiembre de 2013

FELICES, POR UN MOMENTO

Quizá la vida no sea más que la incesante
Búsqueda de una esquiva felicidad
Que se deja aprehender por un momento
Para luego escabullirse entre los dedos.
Es ese venero de agua clara
Que de improviso mana en un recodo del camino,
Pero que pronto se seca,
Para volver a nacer quien sabe donde
Y bajo que circunstancias.
La felicidad es una golondrina libre
Que anida por épocas cerca o lejos,
Que vuelve a nuestro balcón, inquieta,
Y desaparece tan pronto llega el invierno.
Y, sin embargo, cuanto duele
Perder ese rayo de sol que distraído
Permanece aún por unos segundos
En el lento adormecer del ocaso,
Cuan se echa de menos una vez ido,
Mientras con la mirada triste
Fijamos aquel momento efímero

En que aún permanecía en nuestro regazo.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

POSEÍDA

Aquello no estaba preparado. Simplemente se levantó para ir al trabajo como cualquier martes y se sintió incapaz. Incapaz de ducharse, ponerse el traje, desayunar con su marido y sus hijos, coger el coche, esperar en el atasco, llegar al trabajo. Incapaz de sonreír a las víboras de sus compañeras, de acatar las órdenes estúpidas de su jefe. Sintió que aquello le estaba drenando la vida. Qué aquella mujer era un parásito que se había adueñado de su cuerpo y usurpaba su voluntad mientras los años pasaban y ella era incapaz de desalojarla y tomar las riendas.
De modo que esa mañana cogió a aquella furcia por el cuello y la golpeó contra los azulejos del baño en la soledad de la ducha, hasta que una mancha oscura y sanguinolenta quedó alojada junto al espejo con una perfecta simetría.
Llenó una bolsa de viaje con algunas pertenencias y salió con sigilo. Condujo el coche hacia la salida de la ciudad; hacia aquella carretera que era el cordón umbilical que la uniría a su felicidad.
Decidió volver al pueblo de su infancia. Aquel lugar apartado y recóndito, perdido en las montañas, camino de la costa. Un lugar abrigado del mundo, todavía protegido del ataque de la vida moderna, de las prisas, de las ataduras.
Cuando llegó lo reconoció como el pueblo de su infancia. Y se reconoció a sí misma. La otra había muerto, había quedado lejos en la ciudad, en aquel cuarto de baño que había sido su cárcel por dos décadas. Había quedado en aquella casa, donde su propia familia había sido su carcelera, donde su lecho era un ara que la ofrecía en sacrificio al concepto de familia.
Se instaló en la casa de sus abuelos, largo tiempo abandonada. La decoró con mimo y paciencia y vivió aquella nueva felicidad cotidiana gracias a las inversiones que la perra, como ella la llamaba, había hecho en el pasado.

Pero por desgracia aquello no duró mucho. Una mañana al mirarse en el espejo, la vio de nuevo, de improviso. Estaba allí. Había cambiado el traje de alta costura por un sencillo vestido de flores y un delantal. El peinado de diseño, por un pelo suelto recogido a penas por dos horquillas. El collar de ágata, por una cruz de madera. Pero era ella. Había vuelto una vez más, para usurpar su vida.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Ruta Sacromonte-Llano de la perdiz

Hoy ruta campera con la parienta. Salimos desde Plaza Nueva, para dicurrir por la Carrera del Darro hasta la Cuesta del Chapiz. Subimos la susodicha entre los hermosos cármenes granadinos y nos desviamos a la derecha para coger el camino del Sacromonte que tantas veces anduviera mi añorada abuela. Vamos entre las casas cuevas encaladas y las pencas cuajadas de higos-chumbos ya coloraos atravesando la zona bien llamada Valparaíso. Son fiestas y al lado de la carretera dos fornidos cocineros emblancados cortan ajos y cebollas por arrobas junto a una cazuela en la que podrían bañarse sin problemas diez personas o Falete, verbigracia. Continuando el sendero siempre por la margen izquierda del Darro, se van espaciando las cortijas y las casas con mayor o menor lustre. El olor que emana de ellas es inconfundible, una mezcla de perro añejo, madera ahuecada y rica marijuana mañanera; no hay duda, es zona colonizada por los hippiosos de granada. Seguimos andando y como andamos un poco perdidos pregunto a un lugareño, chaparro, renegrío y semidentado, si está muy lejos el cortijo de Jesús del Valle. Ahí, cortas el río y te avienes paca, y luego entevuelves, y estáunamiajalejos, pero ahí. Como soy políglota no dudo de las instrucciones y seguimos.
Las últimas construcciones van quedando atrás y efectivamente, como bien nos había indicado el autóctono, cruzamos varias veces el río, atravesando por un campo de olivos que hacen las delicias de David, tan amante de la Olea europea.
Finalmente llegamos al cortijo derruido de Jesús del Valle y giramos hacia la derecha para dirigirnos hacia el Canal de los franceses que irá ascendiendo entre retamas y encinas, especies indicadoras del bosque mediterráneo, hasta la meseta del Llano de la perdiz.
Con algún sudor, alcanzamos el altiplano y paramos en una mesa para comer el bocata, rodeado de la paz propia de las zonas de merendero, cuando un domingo con 27 grados se llenan de alegres familias, con sillas, parasoles, neveras, radios, pelotas, los niños, la tía, la abuela, el loro, un elefante africano y la madre que los pario a todos y el ruido que hacen que parece la Gran Vía.
Trasegados líquidos y alimentos, embocamos hacia el cruce, pasados el reloj de sol y el Algibe de la lluvia, que nos llevará hasta la restaurada Silla del Moro, lugar de juegos de mi infancia cuando no era mas que un montón de piedras.
Por último, descendemos por los bosques de la Alhambra, con el sonido hipnótico de las acequias cantarinas, hasta la cuesta de los Gomérez que nos devuelve a Plaza Nueva.
Por pudor, no describiré los dos pasteles con café y batidos que nos hemos jalao.


http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=1778522

viernes, 20 de septiembre de 2013

EL INQUISIDOR (dedicado al ministro de justicia, sr. Gallardón)



El promiscuo asceta que, dolorido, pergeña
Procaces contubernios, navegando solitario
En las procelosas pasiones que en su mente nadan,
Cual togado congrio de aletas atenazadas 
Por la moral rígida que de su verga escapa,
Se sienta en su escabel sobrio recamado en plata.
Ubicuo atisbador de las alcobas ajenas
Con florido trazo las acusaciones relata
Sobre recio papel de preciosa filigrana
Que se enrosca en los cuellos de las vidas que arrebata.
En la melopea insomne de su celda tallada
En el mismo vientre de la roca arcana
Cuyo paradero secreto desconoce el mismo papa,
El pútrido cuerpo corrompido del inquisidor
Inclinado sobre la escribanía de madera ajada
Declama en la nostálgica oscuridad nocturna
Los nombres de aquellos que quemará al alba

lunes, 19 de agosto de 2013

RUPTURA (versión libre)

A veces la punta insomne del amanecer me despierta
con una ominosa tormenta que arremolina
Los despojos de mi cuerpo a los pies de tu cama
Donde yaces como un perro que aúlla a un extraño.
Un atroz sonido que se expande por la habitación,
Destrozada en la madrugada,
En la que apenas quedan muros en pie
Entre los que permanezco sentado sin aliento,
Como un pollo al que han arrancado la cabeza.
Un murmullo informe,
Que esconde las esquinas de su infamia
bajo los restos de muebles esparcidos por el piso,
Va reptando, dejando un ominoso reguero de reproches
Por las baldosas y las paredes;
Trepando por el techo,
Columpiándose en la lámpara.
Un estruendo insoportable, icognoscible,
Profundo como una garganta hendida,
Implacable como el acero del torero,
Va horadando la bóveda de mi cráneo,
Buscando las suturas entre los huesos
Para colarse hasta la materia blanda,
Hasta ese amasijo de células que soy,
Para lamerlas, escupir sobre ellas,
Segregar su ponzoñoso veneno
Hasta que mis oídos comienzan a supurar
Con un líquido viscoso que es mío y ajeno,
Que es odio condensado en pequeños sorbos
Para que sea más fácil poder tragarlo.
Y el brebaje va corroyendo mi ser y lo poco
Que queda entre tú y yo,
Y nos vamos mezclando con los materiales
Para crear una sustancia amorfa que a su vez fluye
Por las paredes muertas del edificio
Para buscar a otras parejas que como nosotros
Hace tiempo que están putrefactas
En su cotidiana existencia sin sentido.


sábado, 17 de agosto de 2013

EL BOXEADOR


El boxeador siempre se levanta
Como el grano que siempre espiga,
Por muchos golpes que reciba,
En su irreconocible cara abotargada.
Con los puños en ristre preparados
Ante la presentida tarea que le aguarda,
Pues perdió el rastro de sus pasos
Sólo tiene el precipicio para extender las alas.
Como un Ikaro que se aleja del sol
Siempre vuelve a la esquina que es su casa
Donde le taponan la nariz sangrante
Las pocas manos amigas que nunca descansan.

Por muchos golpes que le hinchen la ceja,
Hora tras hora como un árbol sobre la lona aguanta,
Apretando los dientes, desafiante, ante el vendaval
Que ruge y se cierne como una bestia salvaje
Ante su propia faz deformada que se alza
Como una máscara de inquebrantable piedra escondida
En las profundidades de la  frondosa selva esmeralda.

Con el recuerdo del frío en los huesos,
El recuerdo del hambre presente y pasada,
Con el tuétano destrozado y carcomido
Por la putrefacta soñada esperanza,
Muerta a cuenta de los desaires
Que la vida le cañonea en andanadas.

Con el hígado machacado y la mandíbula  rota,
La agonía de respirar sus pulmones atenaza,
Cada segundo que se mantiene erguido
Es una benévola profunda puñalada
Que le aleja de la cruel vida
Y a la caritativa tumba acerca su alma.
Pero impasible continúa su incesante baile
Al son de la música que tocan los que pagan,
De las notas que entonan los mercados
Que apuestan sobre cada gota de sangre que escapa
De las heridas que se abren en su dura piel de plata.

Mas el destrozado boxeador no cede,
A pecho descubierto una y otra vez se lanza
Contra el enemigo que presiente y no ve,
Contra el enemigo que se mofa en su cara.
Lanza sus puños hacia el hueco vacío
Que en el cuadrilátero en donde se desangra
Construyen los perros de Wall Street
Para satisfacer sus voraces ansias.

Poco a poco sus destrozados órganos
Van explotando como olvidadas caricias vanas,
A medida que el boxeador de cuerda a cuerda oscila
Como una marioneta a la que los hilos faltan,
Zarandeado por una vida que no pidió,
Exhalando el aliento que sin su permiso le insuflaran
Para luego dejarlo como un perro en la calle,
Como un perro al que su amo apalea, pero no mata.

Sin más bagaje ni honra que ser humano,
Navegó por los bajos fondos en épocas pasadas,
Se calentó al amor de fuegos ajenos
Bebiendo del wisky que otros escancian
En las oscuras y frías calles de un país que a los pobres odia,
y los aparta de su vista al pie de las caídas tapias.


Y ahora, cuando para el último asalto suena la campana,
Con los guantes empapados en sangre y odio,
Con la garganta seca y el sudor que la vista le empaña,
Una vez más se levanta del suelo,
Para recibir el latigazo que, sin pudor, le lanzan
Los que aplauden su coraje extraordinario
Escondidos tras sus aterciopeladas corbatas.

En la noche oscura de las jaurías de perros
Que ladran al zorro que se esconde en las montañas,
El último croché que nace en la Quinta Avenida
Es un diamante de Tyffanis envuelto en tafetán escarlata,
Que le lanza a la fosa común del sueño americano
Amortajado con bandera de barras y estrellas perladas
De la grandeza del gran imperio americano
Que grita “in go we trust” mientras con tierra lo tapa
Para que el hedor de su miseria
No empañe sus ojos alzados que lloran a la gloriosa patria.

Por cada portentoso logro americano
Una bala en el corazón de un niño iraquí que calla;
Por cada joyería sefardí que abre sus puertas
Una familia palestina que sus miembros esparce al alba;
Por cada aeronave de la NASA que surca el firmamento
Una manada de lobos islamistas recibe sus armas;
A las hamburguesas de McDonals que se sirven,
Los niños desnutridos ponen la salsa;
Cada nuevo modelo de zapatillas Nike
Se acordona con los intestinos secos de las ratas
Que se amontonan cosiendo hora tras hora
En las sofisticadas y caras fábricas
Donde los sueños infantiles se enhebran
Al tejido que ha de recubrir nuestras delicadas plantas.

Pero el boxeador que se tambalea ante la general expectación
Ya no recuerda nada
De lo que es o debió de ser la vida,
Ya no siente dolor ni tristeza sino que brama
Narcotizado por el sonido de la marabunta rugiente
Que exige que se esparzan sus entrañas
Sobre los índices de valores de la bolsa
Para que se produzcan subidas al alza,
Que nada sienta tan bien a los tiburones
como el sabor de la desgarrada carne humana.

Así, sin miedo ni tristeza,
El boxeador en absoluta y paciente calma
Espera con indolencia el último golpe da la vida
El que por fin para siempre le tumbe

Y le permita descansar bajo la lápida.

viernes, 16 de agosto de 2013

POR CADA PALABRA UN LATIDO

En la noche que mana de tus ojos
Se aloja un venero de caricias presentidas
Como un escorpión de terciopelo y rubíes
Que hurga en aquella profunda herida
Que me atraviesa de parte a parte
Como desprevenido atravieso la vida.

En la infinita noche de tus pupilas
Insondables como el silencioso secreto que palpita
En el súbito aliento de una flor
Que sobre la tierna rama de abril se agita
Se oye el tremor que a lo lejos se acerca,
Se acerca como una furiosa lengua de fuego incontenida.

En lo más oscuro del incierto roce de tus dedos
Que navegan por mi columna que dormita,
Hace equilibrios milimétricos el sonido de tu voz
Y su eco, que son la cara y la cruz del eterno
Conflicto en que toda mi vida se precipita
Como un río que se hunde en su propio cauce seco.

En tu serena claridad que alumbra
La perpetua noche por la que mis días transitan
El untuoso recuerdo de tus manos y tu boca
Es una manada de corceles que se encabritan
Y se deshacen de la brida que mis manos sujetan

para galopar a cielo abierto en tus valles y colinas.

martes, 23 de julio de 2013

In memoriam

Teje la araña su tela sin descanso ni premura,
Al ritmo constante en que pasa la vida
Como en la noche desierta pasan los sueños
ensartados en el cielo por una infinita aguja.

Los hilos se van entrecruzando
Por puro azar y sin orden aparente
Mas al final el dibujo queda patente
Y la figura geométrica emerge
De todo aquel esfuerzo ingente.

Y visto al trasluz sobre las canas del ocaso,
Los ojos vidriosos del anciano, acosado
Por achaques y dolores, siempre quejumbroso,
Reflejan los trazos de su pasado
Que urdió con su sangre y su trabajo fructuoso.

La vieja araña al abuelo dormido en la silla
Mira desde la tela que al fin está tejida;
Se balancea sobre el último hilo del que pende

Y, sin esfuerzo, con un tajo seguro, siega su vida.

martes, 14 de mayo de 2013

LIEBSTER BLOG AWARD


LIEBSTER BLOG AWARD


LIEBSTER BLOG AWARD - MI SELECCIÓN 

El Liebster Blog Award, es un premio de carácter simbólico que se va transmitiendo entre bloggers para reconocer el trabajo y la calidad de blogs con menos de doscientos seguidores y dar a conocer blogs que estén comenzando. La concesión, aceptación, de este premio tiene una serie de sencillas normas o compromisos, a cumplir en el próximo mes:

  1. Nombrar y agradecer el premio a la persona/blog que te lo concedió.
  2. Responder a las 11 preguntas que te formule.
  3. Conceder el premio a 11 blogs que te gusten y que estén empezando.
  4. Formular 11 preguntas para que respondan los bloggers a los que premias.
  5. Visitar los blogs que han sido premiados junto con el tuyo.
  6. Informar a los bloggers de su premio.

MIS PREGUNTAS.

1.- ¿Escribes en el blog material redactado específicamente para él o cuelgas cosas que escribes para otras cosas?
2.- ¿Has pensado en crear un blog coherente o vas incluyendo cosas al azar a medida que te van surgiendo?
3.- ¿Le dedicas un tiempo tasado al blog?
4.- ¿Buscas otros blogs que te interesen?
5.- ¿Te planteas el blog como un entretenimiento o tienes alguna aspiración?
6.- ¿Visitas blogs variados o temáticos?
7.- ¿Sueles dejar rastro en los blogs que visitas?
8.- ¿Das a conocer de forma activa tu blog?
9.- ¿Sueles participar en concursos que traten sobre el tema de tu blog?
10.- ¿Te aportan cosas las opiniones que dejan en tu blog?
11.- ¿Colaboras en otros blog?

MIS BLOGS ELEGIDOS.

1.- "El papiro de las palabras líquidas" http://elpapirodelaspalabrasliquidas.blogspot.com.es/ de José Luis González Murcia, por su extraordinaria sensibilidad narrativa que le permite transmutar la realidad en palabras y viceversa, haciendo palpable la vida que absorbe a través de cada poro de su piel.
2.- "Bitacora de Bronte(Saskja para los amigos)"http://bitacoradebronte.blogspot.com.es/ , de Mª Eugenia Menéndez Reyes por su maravillosa capacidad de reírse de la vida con la elegancia del que se perfuma para subir al cadalso. La vida es mucho más llevadera con ese elegante sentido del humor.
3.- "Musafir al-Dunia" http://musafiraldunia.blogspot.com.es/ , de David Ibáñez Fernández, por hacernos volar por maravillosos rincones enhebrados con la peculiaridad de las palabras. Su meticulosidad en la búsqueda de la evolución de las palabras raya lo morboso.
4.- "Diario de un mal poete" http://diariodeunmalpoeta.blogspot.com.es/de José Baena, por una poesía sin concesiones, a corazón abierto.
5.- "La karcoma-relatos" http://lakarcoma.blogspot.com.es/de Natália, María, ... por ser un piélago rebosante de cuentos donde siempre sacas algo cada vez que echas el anzuelo.
6.- "La peste negra" http://pestenegradepamplona.blogspot.com.es/anónimo, una de ciencia ficción.
7.- "No hay norte" http://nohaynorte.blogspot.com.es/de Ehse por su contumaz cotidianeidad.
8.- "Relatos en el tiempo" http://relatoseneltiempo.blogspot.com.es/ de Raúl, A., por relatos de final insospechado.
9.- "Escritura sobre todas las cosas" http://escritor-vocacional.blogspot.com.es/,de Jorge Loarte, cumple lo que promete.
10.- "Los ojos de la niebla y sus caricias" losojosdelaniebla.blogspot.com.es, anónimo, por tener los sentidos en las yemas de los dedos.
11.- "Mis relatos y este blog" http://misrelatosyesteblog.blogspot.com.es/de El sastrecillo valiente, por contarnos la vida que pasa.

Felicidades a todos. 










Preguntas.


  1. ¿Vale la pena pasar tantas horas ideando cómo actualizar el blog?
En mi caso la actualización del blog no me lleva mucho tiempo. Simplemente cuando tengo el impulso de escribir, lo hago y lo cuelgo. Raramente escribo con la intención de actualizar el blog.
  1. ¿Por qué decidiste convertirte en blogger?
Llevo escribiendo desde que tenía quince años. Me pareció una extraordinaria forma de que alguna gente leyese toda esa producción y tal vez que a alguien pudiera gustarle o interesarle.
  1. ¿Echas de menos el papel?
Sigo escribiendo en papel. Depende del día y el momento. Para mí es intercambiable con el ordenador.
  1. ¿Quién te lee y te sigue?
Sobre todo algunos amigos.
  1. ¿Hasta cuánto es generosidad y hasta cuánto vanidad?
No creo que sea generosidad en absoluto. Algo hay de vanidad, quizá. Pero sobre todo la irrefrenable necesidad de expresar cosas. Claro, que si alguien lo lee pues mejor.
  1. ¿Qué peso tienen los demás en tu blog?
Leo sus comentarios con atención. Y por supuesto los valoro.
  1. ¿Te han dolido algunos comentarios leídos?
No, jamás.
  1. ¿Has hecho tú críticas ácidas?
Nunca. La crítica me parece indispensable, pero no entiendo que tenga que ser ácida. Desde mi punto de vista el que hace tal cosa o lo hace con mala fe o con la necesidad de llamar la atención a costa de otro. No me interesa.
  1. ¿Has preferido adular a sabiendas de que mentías?
Jamás adulo, si me gusta lo digo. En caso contrario el silencio es suficientemente explícito. Nadie le obliga a uno a hacer un comentario, la hipocresía está fuera de lugar.
  1. ¿Esperabas nominaciones y aplauso?
No. Me basta con que me lean. Pero recibo con agrado unas y otros, por supuesto.
  1. ¿Has llegado a lamentar tanto esfuerzo?
En tal caso, no seguiría escribiendo, simplemente.

Agradecimientos

Juan Manuel Sánchez Moreno pone en funcionamiento una magnífica idea cuya idea es promocionar blogs poco conocidos. Quiero agradecerle esta iniciativa así como mi nominación.

domingo, 12 de mayo de 2013

Extraños miembros


En realidad todo comenzó la noche que decidí cortarme la mano derecha.
Había bebido una o dos botellas de vodka y comprendí que la decisión que había estado postergando ya era inaplazable. Desde hacía varias semanas aquel miembro extraño y autónomo se había rebelado ingobernable.
Al principio sólo fueron pequeños detalles.
Así, estando una noche viendo un programa de debates, mi mano se fue arrastrando imperceptiblemente sobre el cojín del sofá hasta alcanzar el mando a distancia del televisor. Realmente me sobresalté cuando el canal cambió y en la pantalla apareció una película X en uno de los canales de la TDT. Después de la sorpresa moví la cabeza buscando el mando y fue entonces cuando lo vi, alojado entre los dedos de mi mano que aún apretaba el botón del canal en cuestión. Me quedé mirándolo sin saber que pensar y, finalmente, simplemente cambié de canal de nuevo.
Otro día, sentado, leyendo un libro al sol de primavera en la terraza volvió a ocurrir. Avanzaba sobre las líneas escuchando los pensamientos del Príncipe de Salina cuando de modo súbito, la hoja en la que leía se movió hasta la siguiente página. Al principio pensé que había sido el viento. Así es que volví hacia atrás para encontrar el lugar en que me había quedado. Lo halle y reinicié la lectura. Rápidamente la hoja se volvió a voltear. Ahora mi mano derecha la agarraba y mantenía sujeta. La miré con suspicacia, volví a pasar la página hacia atrás, y apoyé aquella mano sobre la baranda que tenía junto a mi cabeza. En un lugar donde pudiera vigilarla.
La cosa fue empeorando con el tiempo. Iba a lavarme los dientes y me encontraba echándome perfume. Preparaba un sándwich vegetal y de pronto, sin saber de donde, aparecían dos rojizas lonchas de jamón sobre los vegetales.
Eran detalles molestos aunque insignificantes con los que podía convivir.
Un día, sin embargo, todo fue a más. Había invitado a un amigo a comer. Me encontraba en la cocina cazoleteando y preparando ingredientes para un magnífico arroz cuando Mario, que así se llama mi amigo, vino para charlar mientras se tomaba su copa de vino.
Era una auténtica ametralladora. Su lengua se movía a una velocidad endiablada, articulando palabras que se pisaban unas a las otras en una carrera de relevos infinita. Yo cortaba verduras con el cuchillo acompasado al ritmo de sus palabras. Cuanto más rápido hablaba, a más velocidad se movía el cuchillo. Troceaba cebolla, pimiento, tomate, ajo; todo a velocidad de vértigo, trozo tras trozo, chas, chas, chas, a toda velocidad, tableteaba el cuchillo sobre la tabla de cortar mientras él continuaba su monólogo infinito y monótono.
Y entonces, de pronto, el cuchillo paró y un ansia irrefrenable se apoderó de mí. Ajena a mi voluntad mi mano apuntó el cuchillo hacia su pecho y lo clavó con fuerza, una y otra vez, mientras él hablaba y hablaba sin parar.
Cuando volví a la realidad Mario seguía hablando y mi mano sujetaba con fuerza el cuchillo sobra la tabla, inmóvil, con los dedos morados por el esfuerzo de mantenerlo firmemente apoyado.
Arrojé el cuchillo sobre la tabla y, por fin Mario se calló.
-         Qué pasa, te has cortado, dijo.
-         No, sólo se me ha cansado el brazo. Ven, vamos al comedor, dije con la voz temblorosa. Ahora termino con esto. No hay prisa.
Más tarde, cuando me serené, volví a la cocina para proseguir con el guisado. Antes me aseguré de que Mario permanecía en el salón, viendo la televisión, convenciéndolo para que no me molestara mientras preparaba la pitanza.
Desde aquel incidente, he tenido que frenar muchas veces a la mano y, finalmente, dejar de exponerme a determinadas situaciones. No ir a tiendas porque de pronto me encontraba pitando en los arcos de salida. No permanecer en concentraciones de gente, porque sin previo aviso me encontraba palpaba un culo o una teta, con la consiguiente ostia aparejada. No invitar a amigos a casa, harto de inventar explicaciones sobre como un objeto había volado hacia sus cabezas.
Con el tiempo me fui quedando sólo, aislado, recluido en casa. Cubría mis necesidades mediante pedidos por Internet. Por suerte, mis cuentas me permiten no tener que trabajar.
Pero aún así la cosa fue empeorando.
Una noche de pronto me desperté sofocado. Intentaba incorporarme pero no tenía fuerzas para ello. Conseguir aire era un suplicio insufrible. Acerqué mi mano izquierda hasta mi cuello donde notaba una opresión y pude palpar la sábana enroscada como una serpiente. Con un enorme esfuerzo conseguí desanudarla y hacer que una bocanada de aire entrada en mi cuerpo, vivificándolo.
Me levanté de un salto de la cama y me quedé en medio de la habitación, sudando, respirando entrecortadamente, apoyado sin resuello sobre mis rodillas.
Fue entonces cuando tomé la determinación. Fue como un rayo que cruzara la llanura sobre el cielo claro. La evidencia de un acto insoslayable.
Me fui a la cocina y cogí el vodka, un hacha de mano y la tabla de cocina.
Estuve bebiendo hasta las cuatro o las cinco de la mañana. Viendo vendedores de teletienda que no vendían nada y videntes del tarot con pinta de estar despiertos a fuerza de coca. La mano había estado muy tranquila. No se había movido. Como si presintiera que corría peligro y que era mejor portarse bien, al menos, durante unas horas. Pero era tarde, demasiado tarde.
En algún momento, tremendamente borracho, conseguí situarla sobre la tabla de la cocina. Aquello pareció ponerla nerviosa. Se movía hacia los lados e intentaba resbalar por el borde de la tabla y aunque yo la sujetaba con la izquierda sobre el trozo de madera una y otra vez, no había forma de que permaneciera allí.
Finalmente, y no con poco esfuerzo, la até a la madera. Y, en algún momento reuní el valor suficiente para coger el hacha y cercenarla de un violento golpe.
Cuando me desperté estaba tendido en el suelo entre un charco de sangre. Debí estar pocos minutos inconsciente o de lo contrario me habría desangrado. Como pude me até un trapo en el muñón y con la tremenda borrachera llamé a mi amigo Nacho que era médico para que me llevara al hospital.
Fueron semanas de curas y explicaciones. De evaluaciones psiquiátricas y medicación contundente.
Hoy por fin salgo de la residencia para enfermos mentales. He caminado sin volver la vista atrás, con la maleta en la mano izquierda y una manga vacía en el lado derecho.
Cuando llego a la parada de taxi, noto una cierta liviandad. La maleta ha desaparecido. Me doy la vuelta, la veo entre un montón de cajas junto a los cubos de basura rebosantes de deshechos del fin de semana.
Observo mi maleta que ya no es mía.
Arrojada sin mi consentimiento.

sábado, 27 de abril de 2013

SEIS MILLONES DE PARADOS


Aquelarre de muñecas rotas
Que muerden con ira sus cuellos cercenados
Gritando en corro a la velada luna
Canciones de viejos ya olvidados.
Ese coro de víboras hocicudas
Que clavan sus dientes aguzados de estaño
En los cuerpo incólumes de infantes
Robados de brazos de sus padres ya postrados.
En derredor de la hoguera los cuerpos agostados,
Consumidos por el odio y el tiempo
Preñados del dolor de agravios pasados,
Giran y cantan, pútridos cuencos, sin pensar en el descanso.
La garduña espoleada por la noche
Sobre los cerezos, las jaras y los manzanos
Afila con premonición sus uñas
Saboreando la carne que aún no ha cazado.
El cárabo sobre los olivos, juez encaramado,
Atisba sin perder puntada ni hilo
A las brujas que en secreto cometen su pecado
Aunque todos sin duda saben
Lo que ocurre alrededor de la hoguera de aquel prado.
Y así, sin denuedo, los cuchillos van calando
La tibia piel de los hijos humanos
Ofrecidos al omnipotente dios de los mercados.

sábado, 23 de marzo de 2013

Óxido en las cañerías

Hoy solo puedo llorar,
no me sale otra cosa que no sea llanto,
es tiempo de añorar,
que lo que fue ido es causa de canto.

Si yo fuera un trovador antiguo
de los que tiene en la piel el son cubano
sonreiría entre dientes soplados
el desdén de la vida que se pone de canto.

Pero, ay, compañeros, soy granaino
de carácter doblado y faz de santo
de los que ladran a la luna llena
y con la faca la van calando.

No se irme por la aceras
que bordean la pasión ni el amianto
de las casas que se construyen a prisa
sin el sedimento de lo bien trabajado.

Soy de los de antes en mis venas
los que tenían sombreros bien templados
sobre las sienes escarlatas a fuerza de lunas
que no tenían miedo al futuro ni al pasado.

Por eso sin aspavientos aquí bien alto
grito a los cuatro vientos que no soy preso
que soy soldado que a la lucha va sin miedo
pues nada tiene que perder en el asalto.

sábado, 23 de febrero de 2013

PORQUE ME DA LA GANA


Me escupiste tus palabras iracundas
Envenenadas a fuerza de incomprensión;
Nada se odia más que lo que no se entiende
Que aquello que es diferente
Percibido entonces como una agresión.

Me dolió he de decirlo,
Al menos el primer momento pues creí olvidados
Aquellos tiempos en que el reproche constante
Era el modo de comunicación adecuado.

Hoy ya cicatrizó la herida
Por tanto tiempo abierta a la intemperie,
Ya por la vida camino erguido
Y me resbala lo que diga la gente.

jueves, 14 de febrero de 2013

DECADENCIA

Estaba escuchando esta mañana la radio cuando dan la noticia de que en Gran Hermano un "individuo" se ha roto los dos húmeros de un sonoro piñazo. Muchas cosas han acudido a mi mente en ese momento.
La primera y la segunda están conectadas. A saber, que Gran Hermano por fin proporciona una prueba irrefutable de la Teoría de la Evolución y que todo en la vida es circular. Digo esto porque la existencia de este programa prueba de una vez para siempre y de forma irrefutable que el hombre proviene de la ameba y que en su andar evolutivo la especie ha vuelto al lugar del que emergió, las charcas putrefactas donde las nuevas amebas del mencionado "programa" se emponzoñan. La existencia de esos seres infrahumanos que exponen sus miserables vidas al escarnio público para espectadores que se regodean en la podredumbre y se embadurnan con las vísceras íntimas de a los que allí se destripa devuelve a la humanidad a los comienzos de la vida unicelular, al oscurantismo de los ajusticiamientos públicos de la Edad Media o a las carnicerías sanguinarias de las guerras más cruentas. 
Por otro lado también me ha traído a la mente una cita bíblica que decía algo así como "todo se ha consumado". Efectivamente por primera vez empiezo a creer en el fin de los tiempos. Nuestra sociedad está agónica y en sus últimos estertores muestras sus impúdicas entrañas llenas de gusanos. El sistema capitalista salvaje huérfano de poderes políticos ha destrozado la economía mundial y ahora sólo es una inmensa bola que rueda por el planeta aplastando a los ciudadanos que sólo huyen en vano hasta cuando no haya donde huir. En nuestras democracias, los partidos políticos se han convertido en empresas de marketing electoral que a base de mentiras y corrupción ocupan el poder alimentando con él su propia endogamia que da como resultado políticos cada vez más estúpidos y menos capaces de enfrentarse a los poderes económicos. Eso por no hablar del resto de países en donde la democracia sólo es una quimera y que son gobernados por dictaduras, abiertas o encubiertas, que apacentan a los ciudadanos con pan y circo para mantenerlos en la ignorancia.
Las religiones, el otro vértice de ese todopoderoso triángulo junto a políticos y dinero, se afanan en convertir a los seres humanos en miserias estupidizadas que no se plantean los preceptos morales que se les impone y coadyuban para mantenerlos sumidos en la ignorancia del analfabetismo, sobre todo científico, y destruir con todos los medios posibles su espíritu crítico. Las religiones, el invento de los débiles para enjaezar a los libres so pretexto de un ser superior que dicta las normas, son una de las peores lacras de las sociedades modernas.
Y, por si todo esto fuera poco, las televisiones que con inmundicias, como Gran Hermano, destruyen cualquier sistema de valores en las personas y convierte las miserias humanas, ahora también las miserias físicas, en espectáculo lamentable. No tardará mucho, y espero verlo, el día en que un nuevo "programa" aparezca para, en el summun de la indignidad de las personas, mostrarnos como se descuartiza a una persona viva mientras el público aplaude enfervorizado sediento de la sangre que una Mercedes Milá cualquiera le irá disparando desde las arterias abiertas del alegre infortunado, que en el suplicio supremo del ara televisiva tendrá, por fin, sus cinco minutos de gloria. 
Y digo que todo esto me alegra porque como he dicho, todo en la vida es cíclico. Así pues cuando las bacanales romanas llegaron a su máximo apogeo dieron el pistoletazo de salida para la caída del Imperio Romano. Sus más sangrientos espectáculos en el circo fueron el inicio de la decadencia del imperio que a la postre lo llevó a su caída.
Así, de la misma forma, estas señales que he nombrado indican que nuestra sociedad está llegando a su extrema decadencia y que la renovación está cerca.
El día en que en Gran Hermano se ampute la primera mano y se ofrezca en ofrenda a los espectadores, ese día, todo comenzará de nuevo.
Así sea.

sábado, 9 de febrero de 2013

UN PUERTO EN LA NOCHE MÁS OSCURA


Tiemblo ebrio de miedo
Como un álamo castigado por una tormenta sin par,
Como un pájaro estremecido por un disparo,
Tililo como una estrella en el firmamento
Perdido en esa indescriptible inmensidad
De oscuridad y silencio;
Tiemblo porque humano es temblar.

Siento el doloroso aguijón del tiempo
Clavado en mitad de mi espina dorsal
Siento el frío de su inmisericorde dedo
Abriendo un río en mi espalda hacia la mar.
Y no puedo ni quiero
Comprender lo que a mi alrededor pasa,
Sólo quiero llorar,
Que los hombres cuando lloran
Son hombres de verdad.

Aterido mi cuerpo y mis huesos
Perdido en la enorme soledad
De las horas que corren presurosas
Sin volver jamás la vista atrás,
De las horas que perdidas
Ya nunca volverán,
De la vida que jamás detiene ni por un momento
Su fugaz caminar.

Desarbolado en la tormenta de la vida
Mi barco en alta mar
Extraviado entre el oleaje
Mecido por las manos del azar
Boga sin rumbo fijo
Y yo me siento en cubierta a esperar
Que el alba rasgue la noche
Con su cuchillo de azahar
Venido de las tierras andaluzas
Donde de pequeño aprendiera a caminar.

Pero el viento no sopla del sur
No trae el tañido de la Vela ni la cal
De las blancas casas del Albahicín
No trae esperanza,
sólo el sabor de la sal
Que se asienta sobre mis heridas abiertas
Que no hacen mas que supurar
En esta noche eterna
Con ojos de frío cristal.

Ya no queda nada en la barca
Que no sea madera podrida,
Destrozada a fuerza de navegar,
Sólo queda el silencio infinito
De las palabras que dejaron de sonar.

Y cuando todo creí perdido
Cuando el océano abría su seno de par en par
A mi vino el recuerdo de tus ojos de miel
El tacto de tu piel y tu voraz
Boca preñada de besos,
De tus manos que en su asalto pertinaz
Siempre destruyen mis defensas
Y toman la torre más alta de mi castillo
Donde cuelgan su divisa que siempre ha de perdurar.

Entonces el céfiro sopló de nuevo
Con ímpetu sobre las crestas dormidas
Trayendo el calor del sol de primavera
Sobre los altos picos del Veleta,
Allá donde el acéntor salta sobre las lajas
Y la manzanilla real se corona
Con las lágrimas  de la madrugada.

Con esfuerzo me puse en pie sobre la cubierta
De la barca destrozada,
Arranqué los jirones de mi camisa que até
A mis manos y mis pies con cuerdas improvisadas
Construidas con mis propios cabellos
unidos con hilos de luz de plata.

Sobre la cubierta navegando con la vela hinchada,
La cara al viento helado
De los momentos que preceden al alba,
Moribundo, hambriento y rendido
Me mantengo erguido sobre las tablas
Pues ya no tengo miedo,
Pues voy en tu busca a tu propia casa.

Cuando el cuchillo del alba sajaba la mano de la noche
para que la luz del día manara
llegué al alféizar de tu habitación
en mi barca aupada sobre las macetas de albahaca.
Salté a tu lecho que me esperaba como una atarazana,
Me enrollé en las sábanas junto a tu cuerpo
Y con un último suspiro, deposité sobre tu pecho mi alma.

martes, 15 de enero de 2013

Vencedores ovencidos


VENCEDORES O VENCIDOS. Yo siempre he sido pobre. Pobre para un país occidental quiero decir. Así es que aunque nunca he disfrutado de grandes cosas he comido tres veces al día. Pero poco más. De joven nunca supe lo que eran unas vacaciones salvo gracias a la beneficiencia de mis amigos, que por alguna razón que desconozco siempre he tenido pese a ser un tipo huraño e insoportable. El hecho es que en una de esas un querido amigo, y sus padres por supuesto, tuvieron la gentileza de hacerme pasar unos días en las benditas tierras asturianas. De lo que allí paso, confesable o no, no hace al caso. Lo cierto es que aproveché aquellos días para acercarme a los Picos de Europa. Imponente macizo montañoso que surge de las entrañas del norte de España como un iceberg en pleno mar.
Algún día comentaré mi subida a pie por aquellas pendientes inauditas cargado con mi mochila de treinta litros hasta que una pareja de samaritanos me recogiera en su seat panda y me allegara hasta la cumbre. De como planté mi tienda en la misma orilla del Enol, un lago de alta montaña, virgen a la sazón, no hablaré para no despertar la envidia de quienes no saben nada del planeta que habitan.
Lo relevante es que a la mañana siguiente me acerqué al refugio para preguntar a los montañeros, entonces no existían interntet gracias a dios, y las personas aún nos comunicábamos gracias a la antigua tradición del intercambio de palabras, como llegar a la garganta del Cares.
La garganta del Cares es un tajo, a golpe de machete, en la misma piel de los picos de Europa, que deja sin aliento cuando uno se encierra entre sus paredes.
Pues bien, aquellos montañeros asturianos, que por tales son unos hijos de puta, dicho con todo cariño, me condujeron por una senda que el mismo Frodo no habría podido seguir.
Y, he aquí cuando vuelvo a la peli de VENCEDORES O VENCIDOS. La senda partía del Enol y la seguí sin problema alguno. Pero a algunos cientos de metros, la senda desaparecía por completo y me encontré en mitad de los dientes rocosos, sin señal alguna que marcara el camino, atrapado entre el cielo azul y la roca desnuda. Y, en ese momento, sin premeditación alguna, separé lo principal de lo accesorio. Cuando el camino ya no era una cicatriz marcada sino, solo el puro rastro de la pisada antigua de los montañeros sobre la roca desnuda. Y casi a ciegas, mis pasos me guiaban por una senda señalada a fuego en la memoria colectiva de los que antes habían pasado por allí. Y a tientas, con mi mochila de una semana, avancé sin conocer el camino de los que otros habían abierto en la roca, hasta la propia garganta del  Cares, en donde otras buenas gentes, de las que en la montaña abundan, me allegaron hasta las tierras de Cabrales, que por cierto estaba en fiestas.