viernes, 24 de enero de 2014

IN THE MORNING

Venzo el tedio de la monotonía matutina
Y como un ofidio repto entre las sábanas
Para caer al helado suelo,
Y más abajo hasta las entrañas de la misma Tierra,
Que con una fuerza telúrica irremisible
Me arrastra hasta su centro.

Y ya no soy corpóreo ni albergo
En mi interior entrañas ni órganos,
No poseo
Sangre ni arterias que la contenga,
Soy un saco hueco,
Un odre traslúcido que deambula
Entre las calles de la ciudad,
Cual muerto,
Soy un lánguido hilo de luz
Que se perpetúa en el intento
De no evanescerse sin más
En el atropellado correr del tiempo.

Resuenan entre el asfalto
Los ruidos de los caminantes yertos,
Son como trozos de frío hielo que se deshacen
Al contacto del cálido beso del incesto
Entre el poder y el dinero,
Son carne de cañón sin saberlo.

Y voy hacinando mis sueños
En el cada vez más estrecho hueco
Que con infinito esfuerzo mantengo
entre la razón y el miedo.
Ese pedazo ínfimo de cielo
En el que aún vuelan las cometas
Atadas con las sonrisas de los viejos,
Donde los adultos perdidos
Hallan a los niños que perdieron.

El espacio en que respiro
Cada día es más pequeño,
Las paredes sin cesar se estrechan
Y sólo con un tremendo esfuerzo
Mantengo los muros apartados
Para sobrevivir en el centro,
El techo es la cubierta
De un barco marinero,
El suelo es de salmuera,
No preciso mayor pavimento.

Pero a pesar de todo,
Aquí proclamo sin aspavientos
Que incólume en la tormenta,
Erguido cual mástil de fierro,
No he de desaparecer,
No existe en mi vocabulario
La palabra desaliento,
En ese pedazo de tela vacía
En que por las mañanas me convierto
A fuego está impresa la frase:

O camino o reviento.