Un caballo negro recorre la montaña,
Un caballo de hielo que bebe
Donde nace el agua, un caballo
Ebrio,
Atravesado de besos de escarcha,
Una navaja ahíta de leche
Tejida de oro y grana.
Un quejío profundo y lento
Como una verónica perlada
De sangre de coso y ruedo,
Una muleta que sangre mana.
La pesada sábana de muerte
Ronda los flecos de su cama,
Con hilos de verso ausente
Con música de Valderrama.
Camino de la carretera
Más arriba de Granada,
Los fusiles que nunca duermen
Besan su dulce piel de albahaca.
Tierra que lame el tenue
aliento que de su boca escapa
como una bestia sedienta
de los versos que no acabara.
El tiempo como un velero
Que en el horizonte lejano flotara
Se mece sobre las hojas
De los olivos bañados de plata.
Puñales de madreselvas
Por la mañana estrellada
Por los campos por siempre silentes
Por los huérfanos campos de Granada.
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