Quizá
la vida no sea más que la incesante
Búsqueda
de una esquiva felicidad
Que
se deja aprehender por un momento
Para
luego escabullirse entre los dedos.
Es
ese venero de agua clara
Que
de improviso mana en un recodo del camino,
Pero
que pronto se seca,
Para
volver a nacer quien sabe donde
Y
bajo que circunstancias.
La
felicidad es una golondrina libre
Que
anida por épocas cerca o lejos,
Que
vuelve a nuestro balcón, inquieta,
Y
desaparece tan pronto llega el invierno.
Y,
sin embargo, cuanto duele
Perder
ese rayo de sol que distraído
Permanece
aún por unos segundos
En
el lento adormecer del ocaso,
Cuan
se echa de menos una vez ido,
Mientras
con la mirada triste
Fijamos
aquel momento efímero
En
que aún permanecía en nuestro regazo.
Dignas palabras de un maestro.
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