sábado, 6 de septiembre de 2014

NADA DE ESPECIAL

Una lengua áspera lame,
los agrestes arrabales de la memoria,
y es sal, yeso y jade,
es cal que sepulta las mundanas glorias,
tapiza las maldades,
tapa con una lámina inquebrantable
el pasado que se desmorona.
Una lengua de años se expande
desde el nacimiento hacia la sombra
del oculto día en que pusilánimes
vemos rodar nuestra real corona
por las hierbas de este desolado valle
en donde ya sólo canta la alondra.
Y ya destronados somos vulgares
animales que se buscan la cola;
sin las ínfulas de nuestra grandeza,
caemos en la cuenta, ¡ya era hora!,
de que sólo somos una minúscula parte,
de este planeta que se aloja
en una esquina de un universo gigante,
un estúpido planeta de segunda clase,
que exista o perezca, a nadie importa.