miércoles, 25 de abril de 2012

GRITO

YA BASTA.

Quiero gritar, aullar, ladrar como una bestia enfurecida,

Ya no queda resto humano en mi ser,

No soy mas que una bestia malherida

Sin corazón ni alma.

Ya no queda más calma;

Solo la ira sangrienta del dolor concentrado de la vida

Tan letal como la peor de las estocadas

Tan enlazado como el caballo y su brida.

Qué fue de la música de la divina Callas,

Qué de las palabras de Machado o Rimbaud,

Qué de la brisa fresca de la mañana

Cuando aletea tenue como una amante caricia

Sobre los jaramagos y las retamas.

NO QUEDA NADA, NO QUEDA NADA.

Sólo rencor y furia, solo dolor y miseria.

El nauseabundo olor de la tierra

Pútrida a fuerza de cuerpos descompuestos,

El agua contaminada por la iniquidad y la inmundicia

De esta maldita sociedad decadente

Concentrada como una charca pestilente

Que a sus hijos tritura en su seno.

Depravada madrastra alcohólica

Que en la vorágine de su mente

Con mórbido placer lame la sangre

De sus impasibles criaturas inermes.

Esta cabeza que me estalla,

Como una gigantesca olla a presión,

Donde las injusticias son la metralla

Que ya no admiten excusas ni perdón.

Este cuerpo licántropo hecho de corrupción

De estúpidas e inútiles falacias

Con que cavan con ahínco la fosa

De la telaraña que ha de ser nuestra perdición.

Ya soy bestia, lobo despiadado, acorralado y zaherido,

Ya no hay más donde huir,

No queda lugar en el que refugiarse,

No queda ya lugar en el monte donde dormir.

Rodeada la lobera por los cazadores

Hora es de llamar a la luna llena

Hora de destrozar sus gargantas

De lanzar la dentellada presta.

Con los dientes chorreando saliva espesa,

La fuerza del miedo loco me azuza,

Ya no temo al puñal ni a la escopeta

Desbordada de mis ojos la lava

Del volcán en que exploto con ira justa.

Ya nada humano en mi cuerpo medra,

Sólo hay un inmenso vacío negro

Como la negra consciencia de los perseguidores,

Una tremenda extensión de tierra yerma.

Ya fue sembrado de sal el vergel,

Con el ardiente fuego el pasto fue destruido

Se secó hasta el último árbol amigo

nada bueno ni bello podrá ya crecer,

Ahora sólo pido destrucción,

MUERTE, MUERTE,

Grito desde la punta del malecón.

Ya nunca volveré a ser lo que fui,

Pasó el tiempo de la palabra y le ley,

Pasó el tiempo de los poetas y el arte,

Hora es de que la sangre trace

Un sangriento camino brillante

Que destroce todo aquello en lo que un día creí.

martes, 17 de abril de 2012

Combate cuerpo a cuerpo

Cual sutil fino hilo de seda

El deseo me conduce hasta tu lecho,

Me aprisiona a tu tendido pecho

Mientras acaricio la negra amapola

Que aprehende la luz que baila en el techo.

Lucho sin tregua con la sombra

De la sábana que rodea tu terso cuerpo,

Aprisiono entre mis torpes dedos sin esfuerzo

Los desnudos pliegues que te adornan,

Saboreo en cada asalto del torneo

Los retazos de tu piel que en mi boca se demoran.

En la lucha pierdo hasta la honra

Cual tercio de Flandes la espada en ristre

Con Dios, la patria y Alatriste

En tu seno descargo hasta mi última pólvora.

lunes, 16 de abril de 2012

Perseguir un sueño

Si fuera viento que mueve las nubes,

Si fuera libre,

Si fuera agua.

Eterna gota que sublima su esencia

Gozando de la dulce decadencia

En la noche más amarga.

Si no me atrapara esta urbe,

Que como voraz fiera persigue

La claridad que mi mente alcanza.

Si tuviera aún fuerzas

Para desprenderme de los restos de mi alma,

Para ser velero

Que los inmensos mares surcara,

Sin ancla ni rumbo fijo,

Poniendo siempre proa a la mañana.

Si tuviera un ápice de valentía,

Una gota de sangre brava

Corriendo por mis venas

Bañando mis entrañas.

Si fuera un enorme cíclope

Que feroz se lanzara

Contra los hombres y los dioses

Contra las ataduras que me maniatan.

Oh, férreos grilletes, cadenas pesadas,

Sutiles raíces resistentes

Que a pesadas rocas me enlazan.

Si pudiera ser pluma

Mecida por la brisa que se escapa

Del murmullo apenas perceptible

Con que habla el rocío a la escarcha.

Y he aquí mi cuerpo aguerrido

Sediento de luz de luna clara

Queriendo asir con la mano

Los sueños que mi debilidad espanta.

Perdí la huella del camino

Por seguir el rastro que otros pisaran,

Ahora dormido, cansado, dolorido,

En la orilla espero mi mortaja.

sábado, 14 de abril de 2012

¿Yo qué?

David inspiró estas pocas letras que a continuación escribo:


Yo qué?,

Pregunté a la luna.

Mas no contestó.

Y anduve errando por los montes.

Pregunté a las piedras

Y a las algas.

Yo qué?,

Repetí sin perder la calma.

No contestaban.

Rugí al viento,

A la noche,

A la mañana.

Bramé como un loco,

Que ama a las montañas.

Nadé en los mares,

Entre el coral

Y las perlas de nácar.

Bebí el fuego de los volcanes,

Bañé mi cuerpo en su ardiente lava,

Robé las manzanas de las Espérides,

Desafiando las leyes divinas y humanas.

Tañí con mi arpa

Una canción desesperada,

Preguntaba, Yo qué?,

La duda, insidiosa, devoraba

mi ser y mi alma,

con la fuerza de una fiera dentellada.

Cuando caminar ya no pude,

Caí en brazos de la escarcha

Que baña la tierna hierba

Donde hallé por fin morada.

Mientras me sumía en el más profundo sueño,

Una voz grave y profunda en mi oído susurraba,

Como en la más cariñosa y dulce nana:

Tú nada, hijo mío, Tú, nada.

viernes, 13 de abril de 2012

Idiosincrasia

En un pueblo llamado Visavis la muerte era, sólo, uno de los múltiples juegos infantiles.

jueves, 12 de abril de 2012

RURAL

Veo las casas, veo las casas inmóviles

Con su confortabilidad cotidiana,

Veo sus puertas abiertas

Dejando entrever un útero oscuro

Que nos ofrece un sorbo de límpida agua.

Me paro un momento

A penas el tiempo en que un suspiro se exhala

El tiempo en que el universo pulsa

La vida como una explosión de magia.

Miro en derredor,

Quedo como una estatua dorada,

petreo en mi escultural pose

Dormido como el sexo de una venerable dama.

La anciana enlutada asoma

Su cuerpo cetrino con calma,

A través de la oscura boca observo

Su rústica cara de corteza tocada

de la amarillenta plata que los años plantan.

Hipnotizado quedo por sus medias negras,

su vestido de teñida lana,

Sus cansados ojos velados,

Donde con fuerza arraigan

Los jaramagos y las taimadas malvas.

Me siento un momento junto a la puerta descolgada

Enjugo mi frente huidiza

Tendida al sol de la incipiente mañana.

Aletea la abubilla, muge el toro, cotorrea la becada

Prende el sol sus fuegos

En las paredes encaladas.

GRANADA bajo la lluvia

Un rebaño de nubes negras pasta en el cielo de Granada,

Un rebaño de nubes negras, una manada de nubes blancas;

Una promesa de lluvias bienaventuradas

Una promesa hecha al viento que acaricia la alborada.

La torre de la vela abre su seno escarlata,

La torre de la Alhambra es como una madre anclada

Sobre el monte en el que se acurruca una ciudad enamorada.

Tañe por que tiene celos, a maitines, la campana,

Campana que dobla y dobla por las calles empedradas.

Una madreselva de calles vienen desde las murallas

Que al alto Albaycín yende por en medio de sus entrañas.

Una bata de cola de claveles y zambras

Que se despeñan de las cuevas donde duermen las gitanas.

El Darro como una serpiente luce vestimenta alunada,

Con brocados de intenso verde del antiguo bosque al que baña.

Cae la lluvia melosa sobre la faz de las casas encaladas

Acaricia su piel sedosa, piel repleta de noches embrujadas.

lunes, 9 de abril de 2012

Pesca de bajura

Igual que lo hacen las ballenas, pensé, viendo su enorme masa corporal elevarse sobre la espuma de las olas para zambullirse de nuevo en las profundidades oceánicas. Luego, volvió a emerger, majestuosa, con sus fauces abiertas y repletas de peces de escamas plateadas. Fue entonces cuando el barco apareció por su flanco derecho a toda máquina llevando en la proa al arponero presto para el disparo. Ella, apercibida, nadó con toda la velocidad de que era capaz, salió a la arena tostada por el sol y se tumbó en la enorme toalla.

En mi última hora

Abro mi pecho para mostraros,

Mi corazón que ya no late, ni llora,

Que desde luego, ya no sufre.

Para mostraros mi cuerpo

Al que ya solo seduce

La idea de la muerte pronta,

De la llegada del silencio inmenso

De las madreselvas que crecen

Con esmero

A costa de mi fugaz memoria.

No lloréis, amigos, en la hora

Que precede a la noche perpetua

Pues será la sombra eterna

Solaz de mi olvidada memoria.

Si es efímera mi historia,

No menos lo son las lágrimas presurosas

Que gimen las plañideras,

Como sangrientas fieras

Que paladean mi carne roja.

Y sabiendo que nada me añora

En esta olvidada Tierra,

Pronto mi memoria borra

La huella de mi pasada senda,

Pues el polvo se asienta

Sin prisa ni demora

Sobre mi desdibujada silueta

Que ya en el horizonte se recorta.

Buscad, perros de nariz insidiosa

mi rastro que apenas se esboza

en la ondulante carretera,

veloces devorad el camino

que mis ojos cerrados atesoran

no dejéis indemnes mis pupilas,

devorad pronto el brillo que alojan.

Que no quiero ver nuevos días,

Días que a la muerte alojan,

Días tristes y oscuros,

Días de hombres que son bestias,

De bestias que devoran las rosas.

Rosas negras teñidas de la hiel

Que destilan muchachos sin sombra.

El cielo se volverá tímido

Como un vals que se antoja

En una noche sedienta

Del licores y milongas.

Y ya las luces de los bares

Se hicieron canto de alondras

De las enormes desiertas estepas

De los noctámbulos que no reposan.

Las estrellas se esconden

Tras los edificios que asolan

Los inconcretos sueños perdidos

De poetas de pluma corta.

No tengáis piedad, perros,

Del último resto de mi carroña

Apurad el duro hueso,

Lamed la sangre de mi aorta,

Vosotros perros que acecháis

Tras teñidas corbatas sedosas,

Aquí tenéis mi pecho,

Abierto como una amapola,

Saciad con premura vuestra sed,

Y sucumbid a mi palabra venenosa.

Despertares

Dormí durante cien días,

Cual atarazana jadeante ahíta de vida,

Desperté cuando despacio la luz se iba

Llevando al sol de su brida.

Así fuertemente la manta

Que mi desnudo cuerpo cubría,

El roce de la cálida lana

Anhelaba la extrañísima piel fría.

Profundo iris de tierra baldía

Que pintaba el cuadro indeleble,

Con firmes trazos coloreaba

La tela que el pincel deshacía.

Bebí del alma mía

Por no beber de la fuente

Que silenciosa brotaba

De mi soledad permanente.

A pequeños sorbos apuré

La ausencia de tu cuerpo,

El tacto de tus caricias

Abanderando mis recuerdos.

Noté la voraz tierra

Agarrándose a mis dedos

Abonando la melancolía

De los besos que se perdieron.

Era media tarde larga

Cuando pude abrir los ojos

Embargado de la ausencia

de aquellos tiempos dichosos.

Recordé la letanía profunda

De los muacines en los minaretes

Entre Europa y Asia erigidos

Como centinelas inmortales.

El agua del bósforo brillaba

Como brillan los altares,

Como el aureo oro bruñido

Como las estrellas siderales.

Recordando el bazar de las especias

Prendido de tu cuerpo desnudo

En pos de las esencias

Adheridas a tus tibios muslos.

El sol por la ventana esconde

Su disco de naranja madura,

Volveré a tender las sábanas

Para dormir de nuevo en penumbra.

Para no soñar que vivo

Para no recordar la angustia

De haber perdido el sueño,

El sueño de mi vida desnuda.

Feliz cumpleaños

Nace el día preñado de aromas de canela

Y sueños que cabalgan venidos de algún cuento,

Nace el día como un enorme árbol sediento

Que abreva en la postrera estrella que se aleja.

Tiene la mañana el tacto de la ropa nueva,

El sabor de un beso robado en un sueño

Que alimenta el calor del fuego en invierno

Cuando laten los troncos en la chimenea.

Te veo sonreir en un duermevela

Mientras la manta se adhiere a tu cuerpo

Convirtiendo tu éterea presencia en sublime misterio

pues ni tan siquiera tu sombra tilila con las velas.

Y así, rendido, me duermo,

Mi cabeza mecida por la enredadera

que tejen tus manos de hierbabuena,

mientras afuera sopla el incansable viento.