miércoles, 15 de febrero de 2017

LA OBRA SOCIAL DE LOS BANCOS.


A veces, cuando hace frío en la noche un cajero es un lujoso hotel con un recepcionista electrónico. Los sin-techo entran en ellos y dicen buenas noches al dormido empleado mientras extienden sus cartones y preparan el vino barato para la cena. Con suerte alguna visita inesperada entra de manera inadvertida en sus habitaciones y, como suelen ser estas visitas impertinentes, lo manosean todo mientras ellos se hacen los despistados para no crear malos rollos. Los sin-techo son viejos o jóvenes, harapientos o no, vivos o no, pero casi siempre silenciosos para no molestar. Esa es otra virtud de los cajeros-hotel, que son silenciosos para dormir. Rara vez hay ruido a menos que algunos jóvenes de juerga se acerquen para avivar el calor de los postrados con algún líquido inflamable, hecho este que no siempre es tomado con algarabía por todos. Como decía Gila, si no puedes aguantar una broma pues vete del pueblo. Y es que España ha sido siempre un país de bromistas.

En fin, no puedo por más que elogiar el bien social que realizan los bancos al recaudar amigablemente de todos los ciudadanos nuestro dinero para instalar esos lujosos habitáculos que son los cajeros y proporcionar acomodo barato y de gran calidad a los desheredados de la sociedad.¡Toda una obra social!