El verano llegó a Granada
Con una ardiente caricia vestida de añil
Y yo marché hacia Madrid
En busca de una nueva vida soñada.
Me acogieron las anchurosas calles madrileñas
Como tantas veces han hecho
Con una silente mano en el pecho
Mientras se tienden en las tierras castellanas.
Era verano y entonces fue invierno,
Y el sol palideció como un viejo enfermo
Oscurecido en la mañana traicionera
Por el llanto de un coro agorero.
Se me antojaba un quejido el viento
Que susurraba en un aliento avieso
Notas atravesadas por agujas,
Agujas que sólo asesinaban el silencio.
A mi alrededor lloraba la gente,
Personas de todas las formas
Hilvanadas con el mismo hilo,
Impulsadas con el mismo corazón latiente.
Lloraban sobre mi cuerpo y mi cara,
Lloraban como una lluvia fina e hiriente
Como una amarga lluvia estrellada
Que descarga sobre los campos sin simiente.
Temblando como un álamo
Bajo la atroz tormenta rugiente
Me agarro al suelo desnudo
Mientras la lluvia cae torrencialmente.
En torno de mi llora el mundo
Como un tsunami que todo arrastra
Lava la amontonada hojarasca
A los pies de los dolientes.
Lloran los que pierden, también los que se pierden,
Lloran los que temen perder,
Lloran los que nada tienen ya que perder,
Lloran los que encontrarse quieren.
Lloran a quienes se pierde, porque no encuentran caminos,
Lloran los que tallando destinos
No hallaron la forma de construir su suerte,
Perdidos peregrinos con caminar ausente.
Lloran los zaheridos por el desencuentro permanente,
Enclaustrados en las casas que construyeron de niños
No encuentran puertas que den al presente
Donde el adulto que son, halle un sitio decente.
Lloran los dormidos que no despertaron
Y perdiendo su tiempo, vieron pasar los años,
Lloran por los días que fueron idos
Y no ven los que se pierden entre sus manos.
Y yo no podía llorar, tan solo iba dando abrazos,
En mi escaso monedero tan sólo guardo
los roídos pedazos de la vida que construí
con retazos de mi pasado.
Y siendo así, que es tan exiguo mi legado
Lo dilapido como quiero
Sin temor a atesorar lo ganado
Y mis brazos abro de un gigantesco tajo.