viernes, 5 de octubre de 2012

EN LA PATERA


Crucero de los condenados,
Pleno de márfil y ébano que se amontona
Y huye de la talla que África les depara
Fruto del brazo con que Occidente los aprisiona.

Con el ardiente sol en el rostro
Seco varadero de un sueño de alondra
En pos de un paraíso que huye de ellos
Adentrándose en una Europa que engorda
Entre sus apretadas costuras de puta señora.

Voces ahogadas entre la espuma de un mar
Guarecido entre los acantilados que desborda
Cuando se embravece entre dos continentes
que se atisban con mirada recelosa.

El Atlas a un lado, el Mulhacen a otro,
Centinelas milenarios que vigilan las costas
del venero que nutre el Mediterráneo
a fuer de cordón umbilical que sin esfuerzo se angosta.

Las crueles gaviotas reidoras gritan
En un cielo que es opaco a la esperanza y a la memoria
De los desamparados que en el abismo de Hércules buscan
Una orilla lejana en la que saciar el hambre que los devora.

El afilado cuchillo del alba cruza
Sobre la mar de oriente a occidente sin demora
Dejando ver la desierta arena costera
Que Motril observa en la distancia de la mañana brumosa.

El verde contra la arena es un clavo contundente
Que aherroja los pies y las manos hundidas en la sombra,
Los ojos de la autoridad que escudriñan
El perfil de un horizonte que se abate como una enorme ola
Sobre las cabezas perladas de aceite y sal,
Sobre las cabezas colonizadas por contumaces caracolas.

Mantas para cubrir el desconsuelo
También la vergüenza del que las proporciona,
El mutismo de la muerte presente o añorada
Con el áspero paño de la amargura se arropa,
Mientras los ojos yerran cual boyas al pairo
Entre sirenas de ambulancias y luces de amapolas.

1 comentario: