viernes, 6 de marzo de 2015

LA INVASIÓN DE LOS LADRONES DE CUERPOS

Cómo muchos de los de más edad recordarán existía tiempo ha, un programa dirigido por un tal Narciso Ibáñez Serrador, llamado Mis terrores favoritos. Yo, que soy un miedoso patológico, odiaba ese programa. Pero tuve la desgracia de nacer en una familia que era fans decidida del mismo y en una época, para colmo de males, en los que las todos nos  reuníamos a comer o cenar en torno a una mesa de camilla con un brasero y frente a un único televisor en blanco y negro y, por fortuna, sin mando a distancia.
Esta era mi infortunada vida familiar cuando al tal Narciso no se le ocurrió otra cosa que programar una película llamada La invasión de los ladrones de cuerpos. En dicha película unos malvados extraterrestres mandaban unas esporas a la tierra que se convertían en vainas de las cuales emergían réplicas exactas de los humanos que desaparecían a su vez misteriosamente. De modo que con el tiempo todos los humanos se convertirían en estos clones deshumanizados y sin sentimientos. Esta película que me produjo varias semanas de insomnio en las que despertaba sudando rodeado de imágenes de vainas que me sustituían fue rodada en USA en plena guerra fría como una alegoría en la que los marcianos, provenientes de Marte, el planeta rojo, llevaban el comunismo a Norteamérica imponiendo su descerebrado sistema de gobierno para horror de todos.
Pero hete aquí que muchos años después me encuentro con Anne Allen. Esta mujer que se ha inventado una vida para poder medrar en nuestra sociedad supongo que carente de una mejor construida por ella misma. Pero lo maléfico del asunto es que no es un caso aislado. Yo mismo, hace unos días he desenmascarado en Facebook a un supuesto escritor en ciernes, con libro y todo, que se dedicaba a apropiarse de obras de otras personas colgándolas en la red social con su nombre y sin ningún pudor. Este individuo se ha dedicado a engañar a amigos y familiares haciéndose pasar por el autor de todo tipo de textos arrebatados al trabajo de terceros.
Y de pronto me he quedado pensando que pasaría si se investigaran las autorías de los millones de artículos, fotografía, videos, …. que se cuelgan todos los días en Internet e incluso que se publican o editan. Y de pronto he caído en la cuenta de lo que está ocurriendo. Que nuestra sociedad y el sistema capitalista salvaje en el que estamos inmersos, requiere de las personas unos conocimientos o capacidades que se tarda muchísimo esfuerzo y trabajo en adquirir o incluso, que están fuera del alcance de muchos individuos que no tienen talento para conseguirlos.
Y, sin embargo, este mismo sistema nos exige a todos que subamos, que ascendamos, para no ser unos fracasados, para no ser unos parias. Y muchas personas se encuentran en la tesitura o de no tener la capacidad de trabajo requerida, o de no tener las capacidades o de querer obtener los resultados ya porque la necesidad apremia.
Y entonces ocurre, lo que tenía que ocurrir: La invasión de los ladrones de cuerpos. Ocurre que esta gente comienza a apropiarse de vidas que nos son suyas, o a crearlas de la nada, incapaces de vivir sus propias vidas, o de contentarse con las que pueden conseguir o de trabajar y esforzarse para poder vivir en paz consigo mismos.
Y aparecen cuerpos vacíos, sin sentimientos ni emociones porque ni sus vidas ni sus actos les pertenecen. Cuerpos que construyen sobre la nada, sobre un vacío de cimientos una mentira que, se desplome o no, no les dará la felicidad.

Y un día, más tarde que pronto, se darán cuenta de la inutilidad de sus vidas, de la vacuidad de sus existencias. Pero será tarde, porque la vaina social ya no les devolverá sus propios cuerpos, esos que entonces, ya marchitos y arrugados, se secarán infecundos sobre la tierra calcinada por ellos mismos.

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