sábado, 7 de julio de 2012

ABRAZOS

El verano llegó a Granada

Con una ardiente caricia vestida de añil

Y yo marché hacia Madrid

En busca de una nueva vida soñada.

Me acogieron las anchurosas calles madrileñas

Como tantas veces han hecho

Con una silente mano en el pecho

Mientras se tienden en las tierras castellanas.

Era verano y entonces fue invierno,

Y el sol palideció como un viejo enfermo

Oscurecido en la mañana traicionera

Por el llanto de un coro agorero.

Se me antojaba un quejido el viento

Que susurraba en un aliento avieso

Notas atravesadas por agujas,

Agujas que sólo asesinaban el silencio.

A mi alrededor lloraba la gente,

Personas de todas las formas

Hilvanadas con el mismo hilo,

Impulsadas con el mismo corazón latiente.

Lloraban sobre mi cuerpo y mi cara,

Lloraban como una lluvia fina e hiriente

Como una amarga lluvia estrellada

Que descarga sobre los campos sin simiente.

Temblando como un álamo

Bajo la atroz tormenta rugiente

Me agarro al suelo desnudo

Mientras la lluvia cae torrencialmente.

En torno de mi llora el mundo

Como un tsunami que todo arrastra

Lava la amontonada hojarasca

A los pies de los dolientes.

Lloran los que pierden, también los que se pierden,

Lloran los que temen perder,

Lloran los que nada tienen ya que perder,

Lloran los que encontrarse quieren.

Lloran a quienes se pierde, porque no encuentran caminos,

Lloran los que tallando destinos

No hallaron la forma de construir su suerte,

Perdidos peregrinos con caminar ausente.

Lloran los zaheridos por el desencuentro permanente,

Enclaustrados en las casas que construyeron de niños

No encuentran puertas que den al presente

Donde el adulto que son, halle un sitio decente.

Lloran los dormidos que no despertaron

Y perdiendo su tiempo, vieron pasar los años,

Lloran por los días que fueron idos

Y no ven los que se pierden entre sus manos.

Y yo no podía llorar, tan solo iba dando abrazos,

En mi escaso monedero tan sólo guardo

los roídos pedazos de la vida que construí

con retazos de mi pasado.

Y siendo así, que es tan exiguo mi legado

Lo dilapido como quiero

Sin temor a atesorar lo ganado

Y mis brazos abro de un gigantesco tajo.

2 comentarios:

  1. Maestría y tristeza, nostalgia es lo que leo en este excepcional poema. Como ya te he escrito antes me deja con un regusto de tristeza, no sé si es por la amargura de un presente que se pierde anhelando el pasado y el discurrir de un tiempo que parece no dar sus frutos. En cualquier caso, te hago una genuflexión atea porque eres un artista.

    ResponderEliminar
  2. De pronto la tristeza ha crecido a mi alrededor Jose, entre mi familia y mis amigos, como una bomba que explota y me deja a mi en medio. Gracias por tus amables palabras como siempre, un enorme abrazo.

    ResponderEliminar