domingo, 22 de julio de 2012

LEONARDO

Silencio,

Burbujeante espacio que se tiende

Entre nuestros adustos labios

Que se esquivan.

Ligera la espada hiende

El hilo de voz sobrevenida,

Provoca desquicio y no pretende

Decir la palabra

Que nunca ha de ser dicha.

Y al frente

La eterna ominosa alegoría

Principio y fin de lo perenne,

Estado de sublime armonía

En donde el ojo sagrado del vidente

Escancia al albur del nuevo día.

Contumaz melopea del ausente

Que narra con odiosa felonía

Las horas que ya no son presente

Sino hoja que ha de ser desprendida.

Viturbio tenaz penitente

De los siglos infatigable testigo

Capaz de abrazar con sigilo

El ansiado secreto de la proporción latente

Que se halla en el alma

de los versos del mismo Ghoete.

jueves, 19 de julio de 2012

El boceto del insomne

Sobre el extenso papel inmaculado

El reflejo insomne de una pupila certera

Graba a sangre y fuego con los colores del alma

La mirada esquiva de una mujer que espera.

Atravesada la vista por el lápiz ligero

Sanguíneos caminos mezcla con las facciones recias

Convirtiendo en imagen los sentimientos que atesora

Como el sol que guardan con paciencia las camelias.

No tan loco como para decir la verdad

Ni tan cuerdo como para esconderla

El pintor abreva en el cuenco que no se desdora

Del tiempo que en ella pasa con renuencia.


Que es su trazo el latir del viento

Mecido con mano certera que arroja

Con sostenido detenimiento

Color tras color sobre la celulosa.

Navega esta noche, sin luna, el artista

Entre la penumbra y la sombra

Y a penas discierne el paso del tiempo

mientras con pausado caminar jalona

Los escalones que le dirigen al recuerdo

Del cuadro que Picaso construyera en la sombra

De su estudio oreado con el aroma

De la brisa del mar perpetuo

De la Andalucía soberana y honda.

sábado, 7 de julio de 2012

ABRAZOS

El verano llegó a Granada

Con una ardiente caricia vestida de añil

Y yo marché hacia Madrid

En busca de una nueva vida soñada.

Me acogieron las anchurosas calles madrileñas

Como tantas veces han hecho

Con una silente mano en el pecho

Mientras se tienden en las tierras castellanas.

Era verano y entonces fue invierno,

Y el sol palideció como un viejo enfermo

Oscurecido en la mañana traicionera

Por el llanto de un coro agorero.

Se me antojaba un quejido el viento

Que susurraba en un aliento avieso

Notas atravesadas por agujas,

Agujas que sólo asesinaban el silencio.

A mi alrededor lloraba la gente,

Personas de todas las formas

Hilvanadas con el mismo hilo,

Impulsadas con el mismo corazón latiente.

Lloraban sobre mi cuerpo y mi cara,

Lloraban como una lluvia fina e hiriente

Como una amarga lluvia estrellada

Que descarga sobre los campos sin simiente.

Temblando como un álamo

Bajo la atroz tormenta rugiente

Me agarro al suelo desnudo

Mientras la lluvia cae torrencialmente.

En torno de mi llora el mundo

Como un tsunami que todo arrastra

Lava la amontonada hojarasca

A los pies de los dolientes.

Lloran los que pierden, también los que se pierden,

Lloran los que temen perder,

Lloran los que nada tienen ya que perder,

Lloran los que encontrarse quieren.

Lloran a quienes se pierde, porque no encuentran caminos,

Lloran los que tallando destinos

No hallaron la forma de construir su suerte,

Perdidos peregrinos con caminar ausente.

Lloran los zaheridos por el desencuentro permanente,

Enclaustrados en las casas que construyeron de niños

No encuentran puertas que den al presente

Donde el adulto que son, halle un sitio decente.

Lloran los dormidos que no despertaron

Y perdiendo su tiempo, vieron pasar los años,

Lloran por los días que fueron idos

Y no ven los que se pierden entre sus manos.

Y yo no podía llorar, tan solo iba dando abrazos,

En mi escaso monedero tan sólo guardo

los roídos pedazos de la vida que construí

con retazos de mi pasado.

Y siendo así, que es tan exiguo mi legado

Lo dilapido como quiero

Sin temor a atesorar lo ganado

Y mis brazos abro de un gigantesco tajo.