martes, 6 de agosto de 2019

NO PRETENDO VENCER.

No pretendo doblegar el acero,
Tal vez, convencerlo;
Atraerlo hasta la puerta de mi casa
Encalada y revestida de madreselvas;
No quiero oír su lamento,
Su cotidiana melancolía
Del barco que pudo navegar
Pero amarrado a puerto
Se oxida bajo el aliento inmisericorde
Del salitre que lo carcome por dentro.
No quiero amartillar su dureza
En la fragua del joven herrero,
Yunque contra yunque,
Mano de fierro sobre el duro acero.
No, de verdad que no quiero.
No pretendo verlo en el apero
Del agricultor que lo lleva a los campos
Entre olivos y zumayas
Por los yermos, o hacia el monte
Donde el quejigo crece salvaje y espeso.
¿Cómo voy a rendir su indomable
Esencia de metal forjado al candente fuego?
¿Cómo doblegar su espíritu
Que es espejo de los astros del universo?
Quiero que corra fiero, inflexible, terco
En su intransigencia de metal honesto,
Que no engaña, que no se disfraza,
Que es solo metal bruñido, muerto.
No quiero doblegar a la vida,
Con su frío aliento,
Quiero hacerla mi amiga,
Acurrucarme a sus pies cual fiel perro,
Por dura y feroz que a veces sea
Quiero traerla conmigo a mi sendero,
Caminar bajo sus alas
Hasta que la oscura tierra
Reclame mi, ya cansado, inútil cuerpo.

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