jueves, 12 de abril de 2012

RURAL

Veo las casas, veo las casas inmóviles

Con su confortabilidad cotidiana,

Veo sus puertas abiertas

Dejando entrever un útero oscuro

Que nos ofrece un sorbo de límpida agua.

Me paro un momento

A penas el tiempo en que un suspiro se exhala

El tiempo en que el universo pulsa

La vida como una explosión de magia.

Miro en derredor,

Quedo como una estatua dorada,

petreo en mi escultural pose

Dormido como el sexo de una venerable dama.

La anciana enlutada asoma

Su cuerpo cetrino con calma,

A través de la oscura boca observo

Su rústica cara de corteza tocada

de la amarillenta plata que los años plantan.

Hipnotizado quedo por sus medias negras,

su vestido de teñida lana,

Sus cansados ojos velados,

Donde con fuerza arraigan

Los jaramagos y las taimadas malvas.

Me siento un momento junto a la puerta descolgada

Enjugo mi frente huidiza

Tendida al sol de la incipiente mañana.

Aletea la abubilla, muge el toro, cotorrea la becada

Prende el sol sus fuegos

En las paredes encaladas.

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