lunes, 9 de abril de 2012

Despertares

Dormí durante cien días,

Cual atarazana jadeante ahíta de vida,

Desperté cuando despacio la luz se iba

Llevando al sol de su brida.

Así fuertemente la manta

Que mi desnudo cuerpo cubría,

El roce de la cálida lana

Anhelaba la extrañísima piel fría.

Profundo iris de tierra baldía

Que pintaba el cuadro indeleble,

Con firmes trazos coloreaba

La tela que el pincel deshacía.

Bebí del alma mía

Por no beber de la fuente

Que silenciosa brotaba

De mi soledad permanente.

A pequeños sorbos apuré

La ausencia de tu cuerpo,

El tacto de tus caricias

Abanderando mis recuerdos.

Noté la voraz tierra

Agarrándose a mis dedos

Abonando la melancolía

De los besos que se perdieron.

Era media tarde larga

Cuando pude abrir los ojos

Embargado de la ausencia

de aquellos tiempos dichosos.

Recordé la letanía profunda

De los muacines en los minaretes

Entre Europa y Asia erigidos

Como centinelas inmortales.

El agua del bósforo brillaba

Como brillan los altares,

Como el aureo oro bruñido

Como las estrellas siderales.

Recordando el bazar de las especias

Prendido de tu cuerpo desnudo

En pos de las esencias

Adheridas a tus tibios muslos.

El sol por la ventana esconde

Su disco de naranja madura,

Volveré a tender las sábanas

Para dormir de nuevo en penumbra.

Para no soñar que vivo

Para no recordar la angustia

De haber perdido el sueño,

El sueño de mi vida desnuda.

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