Parece mentira, a veces, que el cielo esté tan cercano:
Es una mariposa cautiva en la palma de la mano,
La franca sonrisa de un niño que cae como un rayo
Que cual bandolero nos asalta, cuando tranquilos caminamos.
La palabra tendida, hilada por la vida, de un poeta urbano,
La noche tranquila, perfumada, que duerme
En las esquinas de nuestro recorrido cotidiano.
Una nube que se pasea, sin prisa,
Vogando ociosa hacia el horizonte lejano,
Como vuelan los sueños desprevenidos
Cuando se avienen las primeras calores del verano.
Una caricia desprendida como hoja de otoño en mayo,
El roce, como un ciclón enorme, de una amiga mano,
Que embravece las emociones, que pone negro sobre blanco
Lo que sin tener que ser dicho
Resuena como un cañón bien templado.
Una casa engalanada con el color del narciso nardo
Recostada sobre la ladera, abrazada por los manzanos,
Amada por el río que baja de los montes nevados
Que la prende de la cintura y la hace bailar despacio.
Mira esa enorme luna como un gajo de cobalto,
Azul contra el negro que la recubre con un manto
Perlado de diamantes dispuesto para el mejor de los cuadros.
Parece mentira, a veces, que olvidemos sin pensarlo
Lo cerca que está el cielo y cuan lejos intentamos buscarlo.
me ha encantado niño, me haces vivir lo que tu piensas
ResponderEliminarExacto, Agu. Hay que lo bueno está más cerca de lo que creemos; solo hay que saber mirar. Gracias por esta sabiduría tan hermosamente explicada.
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