Un espacio para el pensamiento libre, para lanzarse al vacío, sólo, con el paracaídas de la palabra. Si eres osado en tu pensamiento, si no tienes prejuicios, si la vida te apasiona; di "amigo" y entra.
jueves, 29 de noviembre de 2012
Tabaco y patatas en Nueva York
miércoles, 28 de noviembre de 2012
NOCHE DE CONCIERTO
ABUELA
lunes, 26 de noviembre de 2012
ESCALERAS
lunes, 29 de octubre de 2012
DÍA DE DIFUNTOS
viernes, 5 de octubre de 2012
Crucero de los condenados,
Pleno de márfil y ébano que se amontona
Y huye de la talla que África les depara
Fruto del brazo con que Occidente los aprisiona.
Con el ardiente sol en el rostro
Seco varadero de un sueño de alondra
En pos de un paraíso que huye de ellos
Adentrándose en una Europa que engorda
Entre sus apretadas costuras de puta señora.
Voces ahogadas entre la espuma de un mar
Guarecido entre los acantilados que desborda
Cuando se embravece entre dos continentes
que se atisban con mirada recelosa.
El Atlas a un lado, el Mulhacen a otro,
Centinelas milenarios que vigilan las costas
del venero que nutre el Mediterráneo
a fuer de cordón umbilical que sin esfuerzo se angosta.
Las crueles gaviotas reidoras gritan
En un cielo que es opaco a la esperanza y a la memoria
De los desamparados que en el abismo de Hércules buscan
Una orilla lejana en la que saciar el hambre que los devora.
El afilado cuchillo del alba cruza
Sobre la mar de oriente a occidente sin demora
Dejando ver la desierta arena costera
Que Motril observa en la distancia de la mañana brumosa.
El verde contra la arena es un clavo contundente
Que aherroja los pies y las manos hundidas en la sombra,
Los ojos de la autoridad que escudriñan
El perfil de un horizonte que se abate como una enorme ola
Sobre las cabezas perladas de aceite y sal,
Sobre las cabezas colonizadas por contumaces caracolas.
Mantas para cubrir el desconsuelo
También la vergüenza del que las proporciona,
El mutismo de la muerte presente o añorada
Con el áspero paño de la amargura se arropa,
Mientras los ojos yerran cual boyas al pairo
Entre sirenas de ambulancias y luces de amapolas.
jueves, 20 de septiembre de 2012
Canción del hombre desnudo.
martes, 11 de septiembre de 2012
martes, 4 de septiembre de 2012
HOMENAJE A LORCA
Un caballo negro recorre la montaña,
Un caballo de hielo que bebe
Donde nace el agua, un caballo
Ebrio,
Atravesado de besos de escarcha,
Una navaja ahíta de leche
Tejida de oro y grana.
Un quejío profundo y lento
Como una verónica perlada
De sangre de coso y ruedo,
Una muleta que sangre mana.
La pesada sábana de muerte
Ronda los flecos de su cama,
Con hilos de verso ausente
Con música de Valderrama.
Camino de la carretera
Más arriba de Granada,
Los fusiles que nunca duermen
Besan su dulce piel de albahaca.
Tierra que lame el tenue
aliento que de su boca escapa
como una bestia sedienta
de los versos que no acabara.
El tiempo como un velero
Que en el horizonte lejano flotara
Se mece sobre las hojas
De los olivos bañados de plata.
Puñales de madreselvas
Por la mañana estrellada
Por los campos por siempre silentes
Por los huérfanos campos de Granada.
domingo, 2 de septiembre de 2012
Fuera del camino
A lo lejos se oye el viento
En un susurro de amapolas que bailan abrazadas,
A lo lejos duerme el tiempo
Como una corriente de perpetua agua clara.
Bandadas de cuervos negros
Van desplegando sus negras alas,
Camikaces que desafían al invierno
Prestos para la batalla que nace en el alba
Grietas que llevan al averno,
Palabras como dientes de ratas,
Donde estaba el velero
Que navegaba siguiendo la estela plateada.
Seguí como un zombi no muerto
El camina que brotaba de la garganta
De aquel roquedo yermo
En donde no habitaba nadie ni nada.
La perpetua nieve del invierno
Detenida por siempre en la larga falda
De la enorme e inhiesta cumbre
De la altiva y orgullosa montaña.
Como jamás temí a la muerte
Ni confié en nadie que no fuera mi propia calma
Me adentré en las cumbres silentes
Mas allá de los hombres que me rodeaban,
No salí de la batalla indemne, más las heridas que recibí
Me eran tan verdaderamente gratas,
Que lamí la dulce y espesa sangre
Gruñendo bajo el temporal a cuatro patas.
Perseguí a mi presa esquiva
Sin descanso por los arroyos de escarcha,
Trenzaba el destino el hilo de mi vida
Con las raíces de las plantas estrelladas.
Engarzados mi ojos azules de cobalto
Por el arpón de aquella mujerzuela ingrata
Sin patria, ni bolsa ni vida
Por la estepa agreste y dormida
Por siempre he de correr como bestia sin alma.
lunes, 20 de agosto de 2012
I was born under a wandering star
I was born under a wandering star.------->yo nací bajo una estrella errante.
Wheels are made for rolling-------------->Las ruedas están hechas para rodar,
mules are made to pack------------------->las mulas para cargar,
I never seen a site---------------------->nunca he visto un lugar
that didn't look better looking back.---->que no se vea mejor mirándolo hacia atrás.
I was born under a wandering star.------->Yo nací bajo una estrella errante.
Mud can make you prisioner--------------->El barro puede hacerte prisionero
and the plains can bake you dry,--------->y las llanuras pueden dejarte seco,
snow can burn your eyes------------------>la nieve puede quemarte los ojos
but only people make you cry.------------>pero sólo la gente te hará llorar.
Home is made for coming from,----------->El hogar siempre está por llegar,
for dreams of going to---------------->por los sueños de viajar,
which with any luck---------------------->que sin un poco de suerte
will never come true.-------------------->jamás se harán realidad.
I was born under a wandering star,------->Yo nací bajo una estrella errante,
I was born under a wandering star.------->yo nací bajo una estrella errante.
Do I know where hell is?----------------->¿Que no sé dónde está el infierno?
hell is in "hello",---------------------->el infierno empieza con un "hola",
heaven is "good-bye forever,------------->el cielo está en "adiós para siempre,
it's time for me to go".----------------->es hora de partir".
I was born under a wandering star,------->Yo nací bajo una estrella errante,
I was born under a wandering star.------->yo nací bajo una estrella errante.
I was born under a wandering star,-------->Yo nací bajo una estrella errante,
I was born under a wandering star.-------->yo nací bajo una estrella errante.
When I get to heaven---------------------->Cuando llegue al cielo
tie me to a tree-------------------------->que me aten a un árbol,
or I'll begin to roam--------------------->de lo contrario me pondré a vagabundear
and soon you know where I will be.-------->y ya sabes donde acabaré.
I was born under a wandering star,-------->Yo nací bajo una estrella errante,
a wandiring, wandering star.-------------->una errante, estrella errante.
miércoles, 15 de agosto de 2012
EL VIENTO NOS LLEVARÁ
El viento nos llevará si remedio
Cuando seamos a penas una esquirla
Clavada sin sosiego en la carne herida
Mojada bajo la lluvia que no cesa.
Cuando la brújula esté muerta
Y no señale más que a sí misma
Cuando el reloj busque sus agujas
Sumido en la depresión de sus horas
Que se alejan para no volver.
Si, quizá entonces,
El viento nos llevará
Tan lejos como puede soplar
La boca tierna de un niño
Que aún no sabe hablar.
El viento arrastrará sin esfuerzo
Nuestro cuerpo dormido junto al borde
Del camino que a ninguna parte lleva
Y será principio y término
De nuestros malogrados sueños
Y de los besos que jamás concedimos.
El viento nos llevará lejos
Tan lejos como seamos capaces de imaginar,
Tan cerca como nuestras cadenas nos permitan,
Aterrados frente a nuestra libertad
Compungidos por el dolor de lo que sucedió
O temimos que acaeciera.
El viento nos llevará presos de su veleidad,
Perdidos en las tinieblas de nuestros miedos
Y nuestros más oscuros anhelos.
El viento nos llevará,
Valle tras valle,
Colina tras colina,
Ola sobre ola
Piedra que rueda sin cesar en la escorrentía
De este río que de súbito cesa
Cuando nuestro corazón al fin se detiene.
Abro los brazos en la noche insondable
Y siento, tenue la principio,
Feróz después, el viento,
El viento que sopla y empuja,
El viento que, después de todo,
Sin esfuerzo, me llevará.
martes, 14 de agosto de 2012
Recuerdos a la fuga
Recuerdo mi mirada de niño
En los lejanos días en que oía el canto
De las cigarras escondidas en las hierbas
Tostadas por el duro sol del verano.
Recuerdo mis pasos desprevenidos
Que me conducían sin desmayo
De un extremo a otro
A lo largo del extensísimo páramo.
Recuerdo mi espada de madera,
Mi caballo de palo de escoba tallado,
El insondable mar construido
Con la arena mojada y mi cubo de estaño.
Recuerdo las dulces meriendas
De pan y chocolate en días nublados
Apremiando tras el cristal del balcón
La salida de un rayo de sol despistado.
Recuerdo el campo de fútbol
El griterío tras un balón destrozado
Que gemía con cada patada
Lanzado con virulencia de uno a otro lado.
Recuerdo el colegio, los lápices,
Los cuadernos, el esforzado trabajo
Aprendiendo hora tras hora
Como un triste canario enjaulado.
Recuerdo los montes enormes
Forja de mis sueños de bandolero honrado,
Lejanos en la lejanía
Cercanos en las batallas de mis soldados.
Recuerdos de mi infancia
Que se van deshaciendo entre mis manos
Como granos de arena fina
Arena que disuelve el océano de los años.
domingo, 22 de julio de 2012
LEONARDO
Silencio,
Burbujeante espacio que se tiende
Entre nuestros adustos labios
Que se esquivan.
Ligera la espada hiende
El hilo de voz sobrevenida,
Provoca desquicio y no pretende
Decir la palabra
Que nunca ha de ser dicha.
Y al frente
La eterna ominosa alegoría
Principio y fin de lo perenne,
Estado de sublime armonía
En donde el ojo sagrado del vidente
Escancia al albur del nuevo día.
Contumaz melopea del ausente
Que narra con odiosa felonía
Las horas que ya no son presente
Sino hoja que ha de ser desprendida.
Viturbio tenaz penitente
De los siglos infatigable testigo
Capaz de abrazar con sigilo
El ansiado secreto de la proporción latente
Que se halla en el alma
de los versos del mismo Ghoete.
jueves, 19 de julio de 2012
El boceto del insomne

Sobre el extenso papel inmaculado
El reflejo insomne de una pupila certera
Graba a sangre y fuego con los colores del alma
La mirada esquiva de una mujer que espera.
Atravesada la vista por el lápiz ligero
Sanguíneos caminos mezcla con las facciones recias
Convirtiendo en imagen los sentimientos que atesora
Como el sol que guardan con paciencia las camelias.
No tan loco como para decir la verdad
Ni tan cuerdo como para esconderla
El pintor abreva en el cuenco que no se desdora
Del tiempo que en ella pasa con renuencia.
Que es su trazo el latir del viento
Mecido con mano certera que arroja
Con sostenido detenimiento
Color tras color sobre la celulosa.
Navega esta noche, sin luna, el artista
Entre la penumbra y la sombra
Y a penas discierne el paso del tiempo
mientras con pausado caminar jalona
Los escalones que le dirigen al recuerdo
Del cuadro que Picaso construyera en la sombra
De su estudio oreado con el aroma
De la brisa del mar perpetuo
De
sábado, 7 de julio de 2012
ABRAZOS
El verano llegó a Granada
Con una ardiente caricia vestida de añil
Y yo marché hacia Madrid
En busca de una nueva vida soñada.
Me acogieron las anchurosas calles madrileñas
Como tantas veces han hecho
Con una silente mano en el pecho
Mientras se tienden en las tierras castellanas.
Era verano y entonces fue invierno,
Y el sol palideció como un viejo enfermo
Oscurecido en la mañana traicionera
Por el llanto de un coro agorero.
Se me antojaba un quejido el viento
Que susurraba en un aliento avieso
Notas atravesadas por agujas,
Agujas que sólo asesinaban el silencio.
A mi alrededor lloraba la gente,
Personas de todas las formas
Hilvanadas con el mismo hilo,
Impulsadas con el mismo corazón latiente.
Lloraban sobre mi cuerpo y mi cara,
Lloraban como una lluvia fina e hiriente
Como una amarga lluvia estrellada
Que descarga sobre los campos sin simiente.
Temblando como un álamo
Bajo la atroz tormenta rugiente
Me agarro al suelo desnudo
Mientras la lluvia cae torrencialmente.
En torno de mi llora el mundo
Como un tsunami que todo arrastra
Lava la amontonada hojarasca
A los pies de los dolientes.
Lloran los que pierden, también los que se pierden,
Lloran los que temen perder,
Lloran los que nada tienen ya que perder,
Lloran los que encontrarse quieren.
Lloran a quienes se pierde, porque no encuentran caminos,
Lloran los que tallando destinos
No hallaron la forma de construir su suerte,
Perdidos peregrinos con caminar ausente.
Lloran los zaheridos por el desencuentro permanente,
Enclaustrados en las casas que construyeron de niños
No encuentran puertas que den al presente
Donde el adulto que son, halle un sitio decente.
Lloran los dormidos que no despertaron
Y perdiendo su tiempo, vieron pasar los años,
Lloran por los días que fueron idos
Y no ven los que se pierden entre sus manos.
Y yo no podía llorar, tan solo iba dando abrazos,
En mi escaso monedero tan sólo guardo
los roídos pedazos de la vida que construí
con retazos de mi pasado.
Y siendo así, que es tan exiguo mi legado
Lo dilapido como quiero
Sin temor a atesorar lo ganado
Y mis brazos abro de un gigantesco tajo.
miércoles, 20 de junio de 2012
El viejo árbol a la ribera del río
No duerme el árbol dorado
Sin causa en la ribera del río
Que cual lejano recuerdo
Fluye lento hacia el olvido.
No, no duerme el árbol,
Sino que sueña su destino
Presa de sus raíces que beben,
Del agua, su vino,
Que es claro y fragante
Como el llanto de un niño.
No allega sus ramas
Hasta tocar el brillo
De la luna sobre las crestas
Que desata el viento esquivo.
Ni prende en sus copas verdes
El altanero árbol erguido
El trino de los lenguaraces pájaros
Sin un propósito fijo.
No cabecea en la tormenta
Si los cercanos vecinos
no prenden los faroles
que iluminan el camino.
No, el árbol dorado,
No es adusto y mezquino
Es sólo un árbol viejo
Solitario, cansado y cetrino
Que ve terminarse sus días
Junto a la verde ribera del río.
lunes, 14 de mayo de 2012
Para todas las valientes
No te odio,
Porque no eres nada,
Porque sólo eres un pedazo de piedra
Fría, perpleja ante la vida que te sobrepasa,
Porque eres débil,
Débil como la escarcha
Cuando el sol la consume
Como se consume tu negra alma.
No te odio,
Eres agua,
Líquido que corre,
Lejos hacia la mar lejana
Para perderse en el enjambre
De recuerdos que no son nada.
Eres humo, incorporeo que escapa,
Por la chimenea que abrí en mi vida
Para tomar las riendas de mi yeguada.
Ahora eres lejano papel mojado
Que se deshace y sale de mi casa
Por el arriate de la enorme puerta
Que mi olvido limpia esta nueva mañanasábado, 12 de mayo de 2012
PARAÍSOS CERCANOS
Parece mentira, a veces, que el cielo esté tan cercano:
Es una mariposa cautiva en la palma de la mano,
La franca sonrisa de un niño que cae como un rayo
Que cual bandolero nos asalta, cuando tranquilos caminamos.
La palabra tendida, hilada por la vida, de un poeta urbano,
La noche tranquila, perfumada, que duerme
En las esquinas de nuestro recorrido cotidiano.
Una nube que se pasea, sin prisa,
Vogando ociosa hacia el horizonte lejano,
Como vuelan los sueños desprevenidos
Cuando se avienen las primeras calores del verano.
Una caricia desprendida como hoja de otoño en mayo,
El roce, como un ciclón enorme, de una amiga mano,
Que embravece las emociones, que pone negro sobre blanco
Lo que sin tener que ser dicho
Resuena como un cañón bien templado.
Una casa engalanada con el color del narciso nardo
Recostada sobre la ladera, abrazada por los manzanos,
Amada por el río que baja de los montes nevados
Que la prende de la cintura y la hace bailar despacio.
Mira esa enorme luna como un gajo de cobalto,
Azul contra el negro que la recubre con un manto
Perlado de diamantes dispuesto para el mejor de los cuadros.
Parece mentira, a veces, que olvidemos sin pensarlo
Lo cerca que está el cielo y cuan lejos intentamos buscarlo.
lunes, 7 de mayo de 2012
ME PRESENTO
Atraído por la sed de tus ojos
Atravieso el Aqueronte sin pagar precio,
pues desde pequeño pertenezco al gremio
de los que no necesitan tirar de óbolo.
Mis días no transcurren ociosos,
En cada afán buceo tras el mejor pecio
Mi carácter se fragua profundo y recio,
Ajeno a cualquier elogio peligroso.
No me deleito con manjares sabrosos,
El mejor alimento lo consigo estando ebrio
Cuando siendo estúpido necio,
Aúllo en la calle como un perro dichoso.
Recorro los caminos como un solitario lobo
Y evito, si puedo, tomarme la vida en serio,
Aunque por ello, a menudo, sienta su desprecio,
A nadie doy explicaciones de cómo me comporto.
Nací de un profundo charco de lodo
Una colmena de salvajes fue mi colegio
Sufrí, como sufren los locos egregios,
Sumergido en aquel oscuro barrio pantanoso.
Inmerso en ese vendaval tormentoso,
por fin supe poner acertado remedio
Para romper aquel maldito sortilegio,
Y aparecer ante ti en sereno reposo.
jueves, 3 de mayo de 2012
MEMORIAS DE UNA GEISHA II
CAPITULO I
Se desnuda. Se adentra bajo el agua en la cabina de la ducha. El agua cae sobre su cuerpo, caliente y regeneradora. La recibe con un suspiro de satisfacción. Se mesa el cabello placenteramente. Placer en su cabeza, placer en sus dedos que bucean entre el pelo húmedo, amasándolo con cadencia. Después toma gel, con un nítido olor a hierbas, lo expande sobre su piel hidratada, suave y bien cuidada. Masajea cada pequeña extensión con mimo y delicadeza, pero también con firmeza. Deshace las tensiones, los pequeños puntos de dolor, mientras todo el baño se llena de un vapor cálido y acogedor, como un útero maternal.
Cuando termina han pasado más de cuarenta minutos. Cierra el grifo del agua caliente y apretando un poco los dientes, abre el de agua fría. Un chorro helado cae. Aguanta impasible, tiritando, unos instantes, mientras los poros se cierran y la sangre circula en superficie con fluides como en una autovía, restableciendo una circulación rápida.
Por fin, termina y sale de la ducha. Se seca con la enorme toalla, esponjosa y olorosa a base de suavizante floral. Toma el bote de bodymilk y vierte una generosa cantidad en su mano. Luego lo extiende con lentitud sobre su cuerpo, dejando que lo absorba con su propio ritmo, como un gato que bebe de su cuenco, mirando a su alrededor para no ser molestado.
Cuando termina en el baño se dirige a la habitación y abre el armario. Duda. Mira la ropa colgada en perfecto orden como murciélagos multicolores de la perchas. Colocados según un patrón fijo por funciones: ropa de batalla, ropa de trabajo, ropa de caza.
Finalmente se decide por un vaquero desgastado y un jersey lila entallado. Se pone un tanga amarillo, el único exceso para un día nada especial. Se pone la ropa con meticulosidad, dejando que la tela se adapte completamente a su cuerpo. Se mira en el espejo. Le gusta la imagen que ve reflejada. Le gusta mucho.
Toma el dinero y la lista de la compra y sale de casa. La vieja casona necesita un repintado, piensa, viendo algunas manchas de humedad en el techo. Pero claro a su edad ya quisiera yo tener sólo alguna gotera en el techo.
Baja las escaleras con soltura, demasiada como para pararse antes de encontrarse a doña María.
- Buenos días, Ismael, mucha prisa para las once de la mañana, dice María dejando las bolsas en el suelo mientras mete las manos en su sostén.
- Hola María, no es prisa es que soy nervioso, ya sabe.
- Anda, anda, donde irá tan arreglado, dice sacando un monedero negro del que saca las llaves.
- Si voy normal María, voy al super a comprar, pero vamos, que de todas maneras, nunca sabe una cuando va a encontrar el amor.
- Di que sí. A mi José me lo encontré yo en un cementerio. Se resbaló de la escalera desde donde ponía flores a su difunta y cayó a mis pies, como un ángel mandado por el señor, dice introduciendo la llave y girando la cerradura.
- Mas que un ángel, el Espíritu Santo, María, que le hizo once hijos.
- Calla, calla, que eres un deslenguado. Doña María hace un gesto como de remilgo, cosa que a sus 92 años no se sabe si es más peculiar o absurdo, mientras recoge las bolsas y entra en la casa.
- Bueno María que me voy, venga hasta luego.
- Adiós hijo, adiós, dice de espaldas, mientras apoya su enorme culo en la puerta para cerrarla.
Ismael sale del edificio y se dirige al supermercado de la calle de al lado. Las calles son muy estrechas, los edificios casi se besan, y por suerte están cerradas al tráfico por ser el casco antiguo de la ciudad. A esa hora hay mucha gente en la calle. La mayoría turistas o estudiantes. Los primeros en busca de algún edificio peculiar al que sacar una foto. Los segundos son principalmente los inquilinos de la zona, junto con las personas mayores que aún quedan. Es una extraña mezcla entre lo nuevo, lo innovador, el futuro, y lo viejo, lo tradicional y el pasado. Pero el caso es que la mezcla funciona, por que el hecho de no haber matrimonios jóvenes con hijos, barbacoas, y domingos de chándal y lavado de coche, parece atraer por igual a estos dos extremos de la piramide poblacional. Y por otra parte pareciera que hay una cierta simbiosis vital entre ancianos y jóvenes estudiantes. Los abuelos rejuvenecen de alguna manera con los chicos y estos parecen absorber algo de la experiencia de los premorten. El caso es que el ecosistema funciona bien y la vida en el barrio es tranquila y agradable. Salvo cuando llega el fin de semana, en que algún iluminado espirituoso, canta a las farolas de la calle confundiéndolas con el plenilunio. Pero esa es otra historia.
Ismael llega a la calle Puentezuelas. Es una calle un poco más ancha. En ella se encuentra el Palacion de las Columnas, un edificio neoclásico del XIX que perteneció a los Fernández de Córdova, familia de rancio abolengo. Hoy, este edificio señorial, es una fábrica de pluma, amén de la sede de
- Hola guapa, saluda Ismael a la cajera.
- Hola Mael, responde la china.
Ismael empieza a revolotear entre los pasillo como una mariposa de flor en flor. Lo toca todo. Lo lee todo. En el bolsillo trasero de su pantalón permanece la lista de la compra, olvidada, como una nota de amor de juventud. Los artículos van cayendo en la cesta. Y luego van volviendo a salir de ella para ser sustituidos por otros. Que a su vez vuelven a las estanterías en un súbito impulso de arrepentimiento. Sólo para lanzarse a uno situado un par de lugares más adelante. Y, así, Ismael, va haciendo la compra, desorganizada, entre lo pragmático y lo glamuroso. Alternando unos Ferrero Roche con la lejía Conejo.
Ismael llega a la caja y se pone en cola. Y entonces lo ve. Dos puestos por delante de él. Un chulazo de toma pan y moja. Con unos pantalones caídos que dejan ver unos Calvin-Klain hendidos sin compasión por el valle del placer. Una camiseta que vuela libre alrededor de su cintura apenas intuida. Unas espaldas como un campo de fútbol, con espacio para 80000 espectadores, utilleros, trío arbitral y hasta cabinas para la prensa. Y una media melena rubia que se despeña hasta sus hombros de jugador de fútbol americano. Ismael suspira muy lento. Y el vikingo gira la cabeza, como atraído por una fuerza misteriosa, e Ismael ve sus ojos insondables y glaciales como una laguna de Sierra Nevada.
- Vaya mierda, dice Ismael, en voz baja. Otro nórdico frígido.
Pero, a pesar de todo, mientras la cola avanza, Ismael se recrea en el estupendo diseño de los calzoncillos.
Ismael llega ante la cajera que le saluda con un movimiento de cabeza y empieza a pasar los artículos mientras va sonando la música del lector de códigos. Es un momento incómodo, porque parece que uno está esperando a ver si la cajera lo hace bien o se equivoca. Todos pendientes de sus manos que repiten una y mil veces el movimiento: cojo artículo, giro artículo, suena pitido, suelto artículo. Y así, uno y otro y otro. Ismael los va recogiendo y los va acomodando en la bolsa de tela que las de plástico contaminan. Suerte que los coches, y los petroleros y las industrias químicas no. Cuando todo esta pasado la china se queda fija mirándolo.
- Doce con vente, Mael
- Toma guapa, dice Ismael, tendiéndole un billete de 20 euros.
- Adiós, gracias, dice la cajera, dándole la vuelta.
Ismael sale con la bolsa a la calle en un día claro y soleado de abril. Son las doce y veinticinco minutos del mediodía.
________________________
Qué día tan estupendo hace, piensa, observando el retal de cielo que se recorta entre los edificios. Qué tal un paseo corto, se interroga. Con las bolsas no es posible mucho más. Se decide y camina hacia la calle Tablas, va subiendo por la acera disfrutando de la cálida brisa de la primavera cuando pasa por la puerta del Colegio San José. El edificio fue en tiempos el Palacio de Riquelme, lugar de nacimiento de Francisco de Paula Martínez de
E Ismael, como siempre que pasa por sus puertas, recuerda los días en aquel colegio. Las monjas que aún quedaban, hieráticas como gárgolas medievales, sin tocados, pero con sus mismos ropajes de severidad e intransigencia. Castigándolo por sus maneras “demasiado delicadas”. Castigándolo por jugar con las niñas, por saltar a la comba. Siempre castigándolo. Y el constante zumbido en la clase, Ismael es mariquita, mariquita, mariquita … Los recreos sólo, sin jugar con las niñas para no ser castigado o el blanco de las mofas de los compañeros, sin jugar con los niños que no lo aceptaban. Sentado en un rincón del pequeño patio, viendo el cielo azul, lejano, las nubes que corrían y a las que se agarraba para ir lejos, tan lejos como sus sueños le permitían.
Ismael pasa de largo por el colegio, borrándolo de su mente, sin dedicarle una mirada. Hasta la próxima vez que pase por la puerta. Sigue hasta
Y sigue Ismael andando un poco más, hasta llegar a
Y es llegando a las estribaciones de esta plaza cuando Ismael comienza a escuchar la algarabía. Los vendedores gritando a voz en cuello, con las carótidas como las de un cantaor de flamenco, los productos que venden. Las marujas y marujos regateando para ahorrar unos míseros céntimos. Y le llega ese maravilloso olor a fruta y verdura fresca. Ese trozo de sol, tierra y agua convertido en fragantes productos de la huerta traídos hasta la céntrica plaza de Granada. Y, sin pensarlo dos veces, se zambulle de cabeza en el gentío, presto a bañarse en esa mezcla de sudor humano y olor frutal. Pasa por los puestos mirando con ojo experto, viendo los tímidos tomates, los envidiosos pepinos, las ciruelas de la falange, los nada supersticiosos limones. Esa exposición de colores y formas que lo subyugan con su belleza. Finalmente se para en uno y pide la vez.
- Quien es el último, grita por encima del estruendo de la marabunta dispuesta a devorarlo todo.
- Yo, responde un señor alto, anciano, con un acusado temblor en la mano.
E Ismael se apoya sobre su pierna izquierda para esperar su turno. Mientras, la gitana se desenvuelve con soltura, hablando y pesando, en una balanza antiquísima, de esas que son blancas y tienen una espalda en donde una aguja de rojo, de volubles sentimientos, oscila sin pararse jamás en un lugar determinado. Una balanza para la que según el humor con que se levante un kilo puede pesar entre 700 y 900 gr.
Y la gitana habla y se mueve, vociferando las excelencias de su mercancía, llamando la atención a las señoras que pasan, mientras convierte el kilo de pepinos que le han pedido en dos kilos, oiga señora que son muy buenos y no se va a arrepentir, y la balanza, por su parte, convierte los dos kilos, en un kilo y medio por mor de su propio estado de ánimo.
Y la gente va llenando sus cestos de las hortalizas, brillantes a base de agua espolvoreada, apetitosas. Otras, como las acelgas o la col, ingeniosamente travestidas para esconder lo que hay debajo; cómo alguien civilizado puede comer semejantes cosas piensa Ismael, y, por un momento, duda en si refería a las coles o a los travestidos.
Ensimismado en sus pensamientos las personas que estaban delante de él en la cola van siendo sustituidas por otras que van pidiendo la vez, en un ciclo de renovación sin fin, hasta las tres más o menos en que si finaliza, porque la gitana está hasta el gineceo y cierra el chiringuito. Por fin, Ismael ve como la gitana chilla que a quién le toca y el anciano que va delante de él responde que a mí que ya era hora.
Y la gitana vuela como una centella hasta cuadrarse delante de él, expectante; y espera sus instrucciones con mirada inquisitiva, presta y dispuesta. Pero la orden no llega. Entre el estruendo del tumulto que pasa y grita el anciano permanece mudo, impasible, pétreo, abstraído en algún sublime pensamiento que ronda su cabeza. Y la gitana comienza a impacientarse, que va a querer buen hombre, le dice con una media sonrisa que le parte la boca. Y el anciano sigue mirando el puesto, mientras la gitana deja descansar sus manos enfundadas en bolsas, se ve que los guantes son prohibitivos para un puesto de verduras, sobre su enorme vientre convertido en mostrador. Mientras el anciano continúa en su metafísica duda, la romaníparlante comienza a taconear en el suelo algún tipo de danza primitiva, enraizada en las más profundas capas del cerebro, las que pertenecen al llamado cerebro de reptil, aquellas de las que provienen los sentimientos primigenios, el hambre, la sed, las ganas de asesinas a un viejo chocho que me está haciendo perder la mañana y que los clientes se vayan a otro puesto.
Por fin, el abuelo señala hacia una de las cajas:
- Me pone un par de tomates, dice con voz temblorosa.
Antes de terminar la frase, los tomates están embolsados, pesados y dispuestos delante de é.
- Qué más le pongo, dice la gitana con una especie de gesto amable.
- Nada más, la cuenta, gracias, articula el anciano con dificultad.
La cara de la gitana se transforma se vuelve una máscara Ticuna(1), con plumas y todo; mira al fósil antediluviano, mientras sus entrañas comienza a enroscarse unas en torno a otras, rezumando bilis a borbotones. Al fin, abre la boca con un esfuerzo inimaginable.
- Veinte céntimos, escupe como una dosis de veneno lanzada por una cobra.
Y, entonces, para desesperación de todos los que en el puesto observan la escena, el anciano mete la mano en su bolsillo y saca un monedero que desabrocha y escancia, para dejar ver una colección de moneditas. Y el anciano, va cogiendo las monedas con una mano que se mueve con vida propia y las va depositando, una tras otra, en la mano extendida de la gitana, cuya sangre ha debido de entrar en ebullición, como demuestra la columna de humo que se eleva desde su moño recogido en la nuca.
Cuando, por fin, el anciano termina de depositar el capital, coge la bolsa con mano temblorosa y con un condios, hastamañana, se va dando pequeños pasitos, ajeno a la larga colección de enemigos irreconciliables que acaba de hacer.
Y la gitana, con gesto entre recocido y resignado, se recompone el delantal, se aparta los cabellos de la cara, y grita:
- Quien es el siguiente.
Ismael responde, yo. Y comienza a pedir con ritmo sostenido, un kilo de tomates, dos mangos, un kilo de peras que estén maduras y va llenado las bolsas poco a poco. La gitana revolotea como una luciérnaga que fuera atraída por múltiples luces a la vez, y va de una caja a la otra, como una saeta lanzada con increíble puntería. Ismael, se toma unos segundos, con un ojo puesto en los imperceptibles cambios que pudieran producirse en el semblante de la gitana, ya está piensa, creo que ya no necesito nada más. Y, cuando está a punto de echar el cierre a la lista, lo ve. Grande, duro como una piedra, lozano y atractivo, un calabacín como un ariete medieval.
No duda un momento, mira a la gitana, apunta con su dedo extendido hacia un punto inequívoco:
- Me pones ese calabacín, dice con seguridad.
- Este, pregunta la gitana alzando en su mano un buen ejemplar.
- No, el de al lado, dice Ismael, el grande que es para asarlo.
_((1)Los Ticuna son una tribu precolombina que fabricaba bellas máscaras de guerra.
Y entonces ocurre. Junto a él suena una voz que se expresa con el conocimiento de la verdad absoluta:
- Ese es muy grande para asar, se te va a quedar duro, mejor uno más pequeño.
Ismael gira la cabeza y la ve. Una señora cuarentona, con unos pendientes como las ruedas de un camión y una cara en la que han se han empleando a fondo una cuadrilla de albañiles.
- Da igual, dice Ismael, con una sonrisa.
- Dale mejor dos de los otros, más pequeños, le indica la buena señora a la gitana, haciendo un gesto en el aire como dando por zanjado el tema.
Ismael se impacienta pero se vuelve a la gitana con tranquilidad.
- No, no, dame el grande que no pasa nada. Y comienza a sacar el dinero del bolsillo.
- Que no, chiquillo, que no, tu hazme caso a mí María, dice a la gitana, ponle los pequeños que luego lo va a agradecer.
Y entonces Ismael resopla, traga saliva, piensa un momento, se vuelve despacio hacia la señora y busca sus ojos con una mirada dulce y lánguida.
- Señora, es para metérmelo por el culo.
La señora se petrifica, salvo por la mano derecha que comienza a subir y bajar haciendo las señal de la cruz, como el gato ese que venden en los bazares chinos, una y otra vez, hacia arriba y hacia abajo, se presigna sin parar, tetánica, como en un bucle del que ya nunca podrá salir.
Y la multitud estalla en una carcajada colectiva como jamás se oyó en aquella plaza en un día de mercado.
Ismael paga, coge las bolsas con los recién adquiridos productos y se dirige hacia su casa, dejando atrás el puesto, las caras socarronas que lo miran, y a la señora que ya por siempre quedará allí junto a las hileras de palmeras y la estatua del aguador.